Cuarto Domingo de Adviento

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-24


Estimados amigos,

Toda experiencia religiosa trata de balancear dos fuerzas dominantes que fluyen de ser una criatura en la presencia del Creador: comodidad y desafío. Solamente una fe madura está lista para balancear estos dos en una tensión creativa.

En la historia del Evangelio de hoy tenemos dos frases que son profundamente confortantes: “No tengan miedo” Y “Emmanuel” que significa Dios está con nosotros.
De hecho, la frase “No tengan miedo” es usada más de 300 veces en la escritura. Las narrativas de infancia de Lucas y Mateo expresan esta frase cuatro veces. Siempre está relacionada a la presencia de Dios en una situación desafiante como el encuentro de José con el embarazo de María.

“Emmanuel” revela la fidelidad de Dios y su involucramiento con la realidad humana. Dios está siempre presente llamándonos a su misterio de nueva vida y de nuevo amor. En este cuarto domingo de Adviento empezamos a recordar en gran evento de Dios volviéndose humano en la persona de Jesús para la última revelación de lo que involucra la salvación en la llamada a una nueva vida y a un nuevo amor. Nuestro desafío es estar dispuestos y aceptar la llamada en los términos de Dios.

Mientras “No tengan miedo” y “Emmanuel” son declaraciones profundamente confortantes, María y José necesitaban todo el apoyo que pudieran tener. Si ustedes hacen un mínimo análisis de su situación, el desafío para su relación es enorme. En todo momento el prometido dice que ella quedó embarazada del Espíritu Santo ¿y en qué sigue el dialogo después de esto? Agregue el hecho de que el niño va a ser el Salvador de su pueblo, la sola gracia salvadora habría sido intervención divina. ¡Eso es lo que sucedió!

Fluyendo de la intervención divina y, el hecho de que el niño va a ser el salvador de su pueblo, usted tendría que tener ciertas expectativas razonables. El llamado a encaminarse por causa del censo, usted pensaría que por lo menos debieron estar en un hotel cinco estrellas o mínimo en el hotel Holiday Inn con una dotación de pañales dados por las empoderadas credenciales de su niño.

María y José tuvieron que cavar muy profundo en el mensaje cómodo y tranquilizador del ángel para hacer que cualquier sentido de la realidad de su pobreza y desarraigo fuera parte de la crisis que los envolvía. Verdaderamente los desafiaba a ellos a mirar con fe el nacimiento del niño en circunstancias de tal vulnerabilidad.

Para María, solo era el inicio de un largo viaje de confusión y desconcierto. Solamente su fe y confianza podían confortarla en medio de un desafío que trajo la victoria solamente por medio de la muerte en la cruz.

Cuando pensamos en eso, es similar a nuestro viaje. No es maravilloso que la gran oración de Adviento sea tan relevante para nuestra vida. ¡Ven, Señor Jesús!
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