Sexto Domingo de Pascua

JUAN 15: 9-17

Queridos amigos. La selección de hoy sigue inmediatamente al texto de la semana pasada sobre Jesús como la Vid. Si bien no menciona la Vid, se refiere a ella cuando usa los verbos “permanecer” y “mantener.” Estos verbos transmiten el mensaje de Jesús como la fuente de toda vida. Ellos nos recuerdan que debemos estar conectados a Jesús para producir frutos. Este tiempo de Pascua es todo sobre riqueza y bendiciones de esa nueva vida.

Cuando Jesús nos dice “Permanezcan en mi amor” (Juan 15: 8) nos está pidiendo responder a su amor. Él nos está llamando a estar pegados, a estar enraizados en Él que es la Vid. Mantenernos en Él tiene consecuencias personales: la purificación y la transformación. Necesitamos abrazar su forma de ver las cosas. Necesitamos expandir nuestros horizontes, para ser siempre más inclusivos. Necesitamos alcance para acoger al rechazado y abandonado. Necesitamos estar abiertos a los requerimientos siempre expandibles del mensaje del Evangelio.

Alineado al mensaje de Pascua de hoy está el regalo de la alegría. La plenitud de la alegría es nuestra cuando somos fieles a su llamada al amor. Los versículos doce y diecisiete empiezan y terminan una sección con “Este es mi mandamiento, ámense unos a otros.” Entre estos versículos de inicio y final, Jesús describe lo que significa este mandamiento de amor. El amor cristiano es distinto porque está inspirado por Jesús. Demanda sacrificio y darse uno mismo. Entonces Jesús agrega “Como yo los he amado” (Juan 15: 12) los discípulos estaban, sin duda, conscientes de los eventos que han precedido a esta última cena. La historia del Buen Pastor hablaba de su complacencia de poner a un lado su vida.

La resurrección de Lázaro vino con el abandono de la seguridad personal. El lavado de los pies fue una poderosa llamada al servicio y a la humildad en amor. Todos estos ejemplos fueron un presagio de la última expresión de amor en la pasión y muerte en la cruz.

Como amigos, ellos habían experimentado que en el auto-sacrificio de amor Jesús estaba llamándolos a vivir. La vida que ellos recibieron por permanecer conectados a la Vid debe dar fruto en el mundo. Nosotros, como los discípulos, estamos llamados a compartir la vida y el amor con el Cristo resucitado.

Este pasaje sobre el amor despliega para nosotros la relación de Jesús con el Padre. Su invitación para nosotros es para compartir esta relación. Será la fuente de nuestra alegría.

Es la apertura a la alegría de la vida eterna. Esta alegría empieza ahora cuando caminamos con Jesús en el sendero del amor de unos por los otros.

El mensaje de Pascua para nosotros es que el mandamiento de Jesús para amar es nuestra invitación al Aleluya. Cuando nosotros amamos como lo hizo Jesús estamos viviendo la nueva vida, estamos dando el nuevo fruto de la vid. Estamos llenos con una alegría que trasciende el “ese si, este no” de nuestra fe tradicional. Nuestra experiencia de vida, incrustada en la vid, explota en un “Si Señor” desde lo profundo de nuestro corazón. ¡El Señor ha resucitado! ¡Aleluya!

Amarnos los unos a los otros es el camino más seguro hacia el Misterio Pascual.
Compartir: