Tercer Domingo de Pascua

LUCAS 24: 35-48

Queridos amigos. En el capítulo tres del libro del Génesis Adán y Eva comen la manzana con la “Con el sudor de tu frente conseguirás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Porque eres polvo y al polvo volverás.” (Génesis 3: 19). Y así la muerte entró en la escena.
esperanza de volverse dioses. El resto del capítulo se extiende en grandes rasgos en las consecuencias de su ilusión de auto grandiosidad a la que llamamos pecado. El ultimo resultado está en 3: 19.

Luego en los capítulos del cuatro al once en Génesis el mal va en aumento desde la muerte de Abel por parte de su hermano Caín a la destrucción general por el diluvio y finalmente el terrible caos de la torre de Babel.

Luego en un cambio total de eventos Abraham aparece en la escena en el inicio del capítulo doce y recibe una llamada y una promesa. Esta acción salvadora de Dios es la base de toda la Biblia que lleva a la presencia salvadora de Jesús. De esta manera la Resurrección necesita ser entendida como la respuesta de Dios al pecado, al mal y a la muerte que viene de nuestros primeros padres. La resurrección es la respuesta divina para el misterio del bien y el mal. Dios ha dicho la última palabra y esta no es muerte sino vida. La injusticia, el conflicto, la división, la violencia y la pobreza pasarán a la nueva realidad de sanación y misericordia, reconciliación y paz.

En la resurrección todas las cosas han cambiado. La iglesia nos invita a poderar, reflexionar y a orar sobre esta gran realidad para las siete semanas de Pascua.

Así que en el Evangelio de hoy como los dos discípulos de Emaús se unen con los demás, Jesús aparece y dice, “La paz esté con ustedes.” (Lucas 24: 36) no hay dedo que señale, no hay ningún juicio contra su cobardía, temor e ignorancia. El saludo de paz es una sencilla y profunda aceptación de su humanidad quebrantada y es una invitación para sanar y cambiar.

“Entonces les abrió la mente para que entendieran las escrituras. Les dijo «Todo esto estaba escrito, los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer dia. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, y sería predicado su nombre por todas las naciones»” (Lucas 24: 45-47)

Así nosotros también debemos tener nuestros ojos abiertos a las escrituras. El viaje de la fatídica manzana de nuestros primeros padres hasta el pescado frito de nuestro Salvador Resucitado en el Evangelio de hoy, es un viaje de la salvación y la gracia misericordiosa de un Dios amoroso. Estamos llamados a una nueva vida y nueva esperanza. La puerta cerrada de la muerte se ha vuelto un pasadizo a una nueva vida sin fin en el Cristo Resucitado. ¡Aleluya!
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