Tercer domingo de adviento

ISAÍAS 61: 1-2, 10-11

1° TESALONICENSES 5: 16-24

JUAN 1: 6-8, 19-28

 Queridos amigos, Isaías es el libro del Adviento. Su historia abarca muchos y diferentes periodos
El pasaje de hoy está dirigido a un pueblo que recién fue liberado de un cautiverio de cincuenta años en Babilonia solamente para encontrar su tierra y su templo destruido y en condiciones caóticas. Los sueños de la bella tierra de su juventud fueron confrontados con la realidad de muchedumbre y negligencia total.
históricos pero su mensaje es rico y completo: el Señor viene y el Señor siempre tiene en cuenta a su pueblo. Es una proclamación de esperanza en el más bello y poético lenguaje.

El mensaje de Isaías de esperanza ayuda a cambiar los corazones rotos en energía creativa que es necesaria para construir una vez más. Este es el poder de la esperanza.

Es similar a la historia del rabino y el monasterio. En este tiempo hubo un pequeño grupo de monjes que pasaba por una etapa de agonía y muerte en su grupo. Habían pasado décadas desde que ellos tuvieron su último reclutamiento. Los miembros estaban extinguiendose con pasos acelerados. La nube de desánimo impregnaba a los pocos miembros que quedaban.

Entonces un día un rabino llegó a la puerta frontal. Su mensaje para el abad fue sencillo y claro. Un sueño lo había llevado a buscar al Mesías entre los pocos monjes que quedaban. Los hermanos recibieron la noticia con escepticismo y burlas. Gradualmente, sin embargo, la posibilidad del “que tal si…” de que el Mesías estuviera en uno de ellos empezó a sembrar semillas. Conforme esta nueva apertura a la esperanza empezó a germinar, siguieron los cambios. La amabilidad y la paciencia empezaron a reemplazar al trabajo penoso y al aislamiento. Más y nuevos horizontes empezaron a echar raíces. La vida tenía una nueva chispa y un tono de gozo. Nuevos miembros fueron acogidos por la atmósfera amorosa llena con esperanza. La muerte lenta de la desesperanza dio paso a un nuevo dia y a una nueva vida aun cuando el Mesías nunca fue identificado entre los hermanos.

Este fue el mensaje para el regreso de los cautivos. La esperanza del mesías que viene estimulaba los corazones de la gente para abandonar el temor y la desesperanza para abrazar una nueva vida.
Necesitamos hacer lo mismo. Cuando rezamos la oración de Adviento, Ven Señor Jesús, necesitamos permitir que genere una vida bien fundada en la esperanza. Necesitamos tomar las palabras de Isaías simplemente como Jesús lo hizo (Lucas 4: 18-19) y hacerlas nosotros mismos.

“El Señor me ha ungido, me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz. Para publicar el año de gracia de Yavé, y el dia del desquite de nuestro Dios. (Isaías 61: 1-2)

La esperanza tiene que dar paso a la acción. Cuando la acción está sobre las huellas de Jesús, el amor que es generado hace al nuevo día aquí y ahora. Iniciamos la venida del Señor cuando hacemos que el mensaje del Evangelio se vuelva carne en nuestra realidad.

Nuestro grito de Ven Señor Jesús esta lleno con esperanza pero solo es una llamada a la acción. Nosotros hacemos la venida del Señor en nuestras vidas al amar y perdonar, al servir a los pobres y trabajar por la justicia y la paz en nuestro medio. Es así como construimos la Nueva Jerusalén en lugar de los sueños rotos de nuestra vida.
Compartir: