En el Escombro de la Vida

Esta historia nos lleva a adentrarnos a las enseñanzas de Teresa de Ávila sobre el autoconocimiento y oración.

Yo estaba dando vuelta a la derecha en un alto. Oí un fuerte golpe por la parte trasera del carro. Me sacudió un poco. Miré por el espejo retrovisor y vi una pareja probablemente en sus sesentas que estaban cruzando donde yo acababa de pasar. Él se frotaba su mano.

Mi reacción inicial fue de enojo. Yo estaba listo para un poco de rabia de "la tercera edad" cuando me di cuenta rápidamente que él había golpeado mi carro. Me sentí violentado. Rápidamente frene mi rabia. Prometía nada más que caos.

Sin embargo, al calmarme  pronto me di cuenta de lo que había sucedido. Al dar vuelta a la derecha tuve que acercar mi carro dentro de la vía peatonal porque había un camión que estaba estacionado ilegalmente y bloqueaba mi visibilidad del tráfico que venía. Había mucho tráfico, así que estaba bloqueando la vía peatonal y el caballero se sintió violado y se desquitó con mi cajuela y su mano.

Continúe avanzando con el tráfico considerando si debía hacer un giro en U y explicarle lo que yo sentía fueron intenciones muy inocentes. Sentí fuertemente que no entendió mi situación y quería dejarlo en claro. Por otra parte, la intensidad del golpe me dijo que era un hombre corajudo y cualquier confrontación, no importa lo civil y bienintencionada, iba a producir poco entendimiento y mucho pleito.

Pero yo no me di por vencido. Tal vez pudiera volver atrás y ver si se lastimó la mano. Este fue otro caso perdido. Además, realmente no me importaba si se lesionó la mano. Finalmente, decidí orar por su esposa. Ella tiene que lidiar con esta ira explosiva todo el tiempo.

Este encuentro tuvo todo tipo de posibilidades. Si me hubiera dado cuenta de inmediato de lo que había pasado y hubiera parado el carro y enfrentado al individuo, pocas cosas buenas hubieran pasado. Yo habría estado actuando con coraje y con poca reflexión. Había muchos resultados potenciales. Estas oscilaciones desde los varios grados de hostilidad hasta una baja probabilidad de una resolución razonable y en el final de la carta de las probabilidades y tal vez hasta la amistad. Todas estas  eran posibilidades. Todas estas eran posibilidades. Sin embargo, solamente las consecuencias negativas estaban en el horizonte si hubiera actuado en mi antagonismo inicial.

Lo importante de la reflexión es que estos tipos de eventos potencialmente explosivos son parte de nuestra experiencia todo el tiempo: en el trabajo, en la mesa del desayuno, en la reunión de personal, en la línea en el supermercado, incluso en la reunión del concejo parroquial.

Las posibilidades de enojo destructivo y conflicto o el diálogo paciente y la reconciliación y un millar de opciones intermedias dependen de la profundidad de la reflexión y el discernimiento en los corazones de los individuos involucrados en los encuentros.

Cuando estas ocasiones se vuelven negativas entramos en los escombros de la vida. El conflicto, la hostilidad y aun los diferentes grados de violencia emocional o física, ocurren con frecuencia.

El misterio es que podemos encontrar a Dios en la resolución pacífica de nuestro dilema pero tambien en el conflicto. En realidad es con más frecuencia que somos guiados hacia Dios en los escombros de la vida que en la bien ordenada y fluida armonía. Conocemos nuestra propia debilidad cara a cara. Vemos que tenemos que regresar a Dios en nuestro dolor.

Estas situaciones llaman a una jornada a la interioridad humana, un llamado a la espiritualidad. Con frecuencia es descrita como la batalla entre el falso y el verdadero yo. Jesús habló de eso al referirse a la cizaña y al trigo. En el centro de estas elecciones para escoger si la paz o la violencia es lo que Teresa de Ávila llamó autoconocimiento.

En mi historia del alto, sucedieron muchas cosas. Yo rapidamente cambié de mi respuesta de enojo y hostilidad. Eso no siempre había sido el caso en mi vida pasada. En segundo lugar, yo realmente no quería ser culpado. Yo me quería justificar. Sentí una necesidad de explicar mi dilema al hombre. En tercer lugar, mientras sentí simpatía por la esposa, no tenía ni un solo pensamiento positivo para el “golpeador”. Este es un ejemplo práctico del movimiento del falso yo enfocado en nosotros mismos como el centro del universo hacia el yo verdadero. En el verdadero yo el movimiento es compartir el amor de Dios con todos ya que la aceptación divina nos toma a todos asi como somos. Es una larga jornada. Claramente yo estaba bastante distante de la meta, la mayor parte de la vida se pasa con lentitud, demandando un viaje del falso yo al verdadero yo. Nos alejamos de nuestros idolos al encontrarnos con el llamado de Dios conforme conocemos Su Palabra en Jesucristo.

Las enseñanzas de Teresa en estos encuentros interminables que abrazan las semillas de paz o de conflicto, reconciliación o división, es clara. La oración que es profunda y personal es la respuesta.


El programa que nos sostiene en nuestra oración esta basada en tres virtudes en particular. Ellas son humildad, el desapego y la caridad.
Teresa entendió que los obstáculos para la oración estaban enraizados en el desorden en nuestra relación con Dios, para las criaturas de Dios y para nuestros hermanos y hermanas.

Es dificil orar cuando el corazón está cargado con dolores personales e irrespeto para nuestra dignidad. Cuando traemos las distorsiones de nuestras adicciones, grandes y pequeñas, para orar es una tarea dolorosa para centrar  nuestro corazón en Dios. Cuando nuestro corazón está consumido con animosidad y hambre, la oración ocurre con completa dificultad.

La humildad, desapego y caridad traen un crecimiento en el sentido del orden y paz. Ellas producen un ambiente abierto a lo sagrado y nutren una libertad desde todas las divisiones que fluyen de nuestro corazón fragmentado. Las virtudes no eliminan los problemas, ni los escombros en nuestra vida. Sin embargo, ellas nos ayudan a hacerles frente en un modo más sereno y aceptable.

Este es el centro del programa de Teresa. Es un llamado para vivir en una forma que exprese la verdad de la humildad, la libertad del desapego y la maravilla del amor para todos. Esto produce paz que nutre una oración más profunda la cual, a la vuelta, genera un crecimiento en aceptación de nuestra realidad en humildad, desapego y amor para todos los hijos de Dios.

Mientras que la paz interior es la meta, solamente se puede alcanzar una contienda espiritual. La batalla entre la oración y la vida es implacable en sus demandas. Las virtudes son débiles en el principio pero gradualmente crecen con la ayuda de la oración. La oración busca este crecimiento para apuntalar su poder que se mantiene en la batalla contra su propia confusión interna. Mientras tanto, nosotros lentamente ganamos una medida de paz que nos ayuda con la violencia de la vida. El proceso de la mutualidad del crecimiento entre las virtudes y la oración que continua por siempre profundizando los niveles de apoyo mutuo.

En todo esto está sucediendo algo especial. Hay un nuevo y libre yo que está evolucionando fuera de la dinámica. Esta transformación personal fluye de una nueva relación del ser en humildad, a nuestras posesiones en desapego y a otros en amor.  Esta es nuestra meta hasta que Dios se ponga serio y lo tome en contemplación para terminar la transformación personal.

En las sesiones de las Sagradas Escrituras estábamos incorporando las ideas de AL ANON y la bella visión de una vida de oración comprometida juntas. Cuando estábamos buscando en las Escrituras, el resultado reveló lentamente nuevas posibilidades en lo que parecían circunstancias cerradas y dolorosas. 

Estas declaraciones fueron tomadas de un poema anónimo.Son usadas por la Organización AL ANON.

Dejar Ir Es Amor 

Dejar ir no significa dejar de cuidar,
     significa que no puedo hacerlo por otra persona.
Dejar ir no es alejarme,
     es darme cuenta que no puedo controlar a otro.
Dejar ir no es permitir,
     sino dejar que aprendan las consecuencias.
Dejar ir es admitir impotencia, lo cual significa:
     los resultados no están en mis manos.
Dejar ir no es tratar de cambiar o culpar a otros,
     es hacer lo mejor que yo puedo.
Dejar ir no es interesarse en las cosas,
     sino en la gente.
Dejar ir no es reparar,
     sino ser de apoyo.
Dejar ir no es juzgar,
     sino dejar a los demás ser humanos.
Dejar ir no es estar en el medio arreglando los resultados,
     sino permitir a otros seguir su destino.
Dejar ir no es ser protector,
     es permitir a otro enfrentar su realidad.
Dejar ir no es denegar.
     sino aceptar.
Dejar ir no es renegar, regañar o discutir,
     sino descubrir mis faltas y corregirlas.
Dejar ir no es ajustar todo a mis deseos,
     sino tomar cada dia como viene y quererme.
Dejar ir no es criticar o regular a nadie,
     sino tratar de convertirme en lo que sueño ser.
Dejar ir no es arrepentirse del pasado,
     sino crecer y vivir para el futuro.
Dejar ir es temer menos y amar más.
     y Dejar ir  y permitir a Dios, es encontrar la Paz.

Recuerda: EL TIEMPO PARA AMAR ES CORTO.
-autor desconocido-
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