LA CUARTA MORADA

Una experiencia realmente diferente


Primera parte
El cambio contemplativo tiene lugar. En la cuarta morada, Dios revela una nueva presencia y acción en el camino espiritual. Esta es una transición, un trampolín, hacia un encuentro mucho más profundo, más rico y transformador con Dios. Si bien se trata más de las próximas atracciones, la experiencia actual es bastante espectacular pero muy diferente de cualquier expectativa anterior.


El Castillo Interior con sus siete moradas es simplemente una forma de explicar cómo experimentamos a Dios en las diferentes etapas del viaje hacia el centro. Es el centro donde Dios reside. Es el centro donde nos encontramos con nuestro verdadero yo. El autoconocimiento, la entrega, la humildad y el amor crecen en cada uno de los siete intervalos. En la cuarta morada, Dios asume un papel más activo en esta experiencia transformadora. El amor de Dios es un faro. Ilumina el quebrantamiento no reconocido y el ensimismamiento que habían sido ocultados. Este papel activo de Dios es la contemplación.

Debemos prepararnos para la cuarta morada con un largo período de fidelidad a la oración y una vida comprometida. Nuestras oraciones diarias, rosarios, novenas, meditaciones, lectio divina y lectura espiritual son todos peldaños hacia el crecimiento espiritual. Al final, sin embargo, la cuarta morada es donde nuestros esfuerzos genuinos se encuentran cara a cara con sus límites. Ahora, la intervención de Dios es el único camino a seguir. Sólo el don gratuito de Dios nos atraerá a la contemplación, que es el fundamento de todas las moradas restantes.

Como todas las experiencias del viaje del Castillo, los acontecimientos de las cuartas moradas tienen un objetivo claro: el autodescubrimiento que dinamiza el camino hacia la unión con Dios. Esta nueva acción continúa la retirada gradual del egoísmo. Energiza nuestra búsqueda de Dios que mora dentro de nosotros en el centro. Esta transformación es fruto de la oración contemplativa. Cuando esto sucede, nuestra vida cambia dramáticamente para mejor.

Las acciones de las tres primeras moradas nunca están libres de la influencia ineludible del ego. Dejar ir y dejar actuar a Dios se vuelve significativamente más real en los cuartos lugares de morada. Una conciencia creciente nos libera de ser de mente pequeña y piel delgada junto con muchas otras deficiencias personales. Por el contrario, una paz nos abre a la sumisión y la aceptación a un nivel sin precedentes. Experimentamos una nueva libertad en el Señor.

Algo verdaderamente diferente

Teresa explica este cambio dramático de los cuartos lugares de morada como contemplación, la acción de Dios. Utiliza la comparación y el contraste entre dos palabras: "contentos" y "gustos" En inglés son "consolaciones" y "delicias espirituales".

"Bueno, ahora. Al hablar de lo que dije, mencionaría aquí con respecto a la diferencia en la oración entre consuelos y deleites espirituales, el término "consuelos", creo, se puede dar a aquellas experiencias que nosotros mismos adquirimos a través de nuestra propia meditación y peticiones al Señor, aquellas que proceden de nuestra propia naturaleza, aunque Dios al final tiene una mano en ellas; porque debe entenderse, en todo lo que digo, que sin Él no podemos hacer nada. Pero los "consuelos" surgen del trabajo virtuoso en sí mismo que realizamos, y parece que los hemos ganado a través de nuestro propio esfuerzo y estamos justamente consolados por haber participado en tales actos. (IC 4.1.4)

Los consuelos son naturales y a menudo útiles, pero al final no son necesarios para el progreso espiritual. En el viaje espiritual, comienzan en la naturaleza humana y a menudo conducen a Dios.

Las delicias espirituales son muy diferentes. Aquí la experiencia viene directamente de Dios. Este es un encuentro totalmente nuevo en el viaje espiritual. Esta acción resulta en un movimiento hacia el centro que nos atrae a los deseos de Dios. Las delicias espirituales siempre comienzan en Dios y terminan en nuestra transformación. Conducen a una oración de silencio.

Mucho después de hablar de "deleites espirituales" y la oración de silencio, Teresa hace una corrección importante en el tercer y último capítulo sobre las cuartas moradas. Ella dice que la oración de recogimiento generalmente viene antes de la oración de silencio. Esto es importante porque, entonces, esta es la oración que hace la transición del individuo a la auténtica experiencia de la contemplación.

Teresa describe la oración de recogimiento como un proceso para conseguir que todas las facultades se calmen. Esto permite una presencia concentrada a Cristo en su interior. Hay una mirada amorosa centrada en Cristo. Es como una tortuga que se retira hacia adentro con el único propósito de eliminar todas las distracciones. En esta oración de recogimiento, el énfasis está en amar en lugar de pensar en Jesús. En la descripción de este texto, Teresa ve la oración como contemplación, sólo realizada con la ayuda especial de Dios. Es el primer paso en el camino de la contemplación que finalmente conduce a la unión con Dios.
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