ADICCIONES EN LA VIDA DIARIA


He sido Pastor en dos parroquias citadinas por más de treinta años. Una dificultad continua era la lucha para pagar las cuentas y especialmente cumplir con el rol de pago. Recuerdo una navidad en específico que me estaba quedando corto de todo. Recibí por correo un regalo que fue muy bien recibido y que prometía una bonanza más allá de la crisis inmediata de cuentas y la nómina de pagos.

Sin embargo, había un problema. El cheque se hizo a nombre de “Caridad Católica” cuando fue dirigido a la parroquia. Fue hecho por un donante regular. Nuestro banquero dijo que ellos pagarían el cheque si yo conseguía que el albacea de la donación diera el Ok.

Aquí fue donde mi adicción se encargó de todo. Yo tenía dos días antes que la nómina se venciera. Pero el caballero albacea estaba muy enfermo y preparándose para una cirugía de corazón de emergencia. Mis compulsiones y preocupación obsesiva me hicieron ir a toda velocidad. Finalmente cedí, contrario a mis tripas retorciéndose para que no lo hiciera, fui hasta la cama de enfermo donde estaba el albacea y le rogué que lo firmara. Él lo hizo.

Yo pude haber ido a la arquidiócesis y pedir un pequeño préstamo. Eso, sin embargo, habría ido contra mi adicción de tener el control de todo.

Mirando hacia atrás, esto era contrario a todos mis instintos pastorales, pero mi adicción al control ganó. Solamente años más tarde empecé a verme como un pastor irresponsable, sino como una persona llevada a buscar el control no importa de qué. Claramente, la adicción dominaba el día.

En casi todas las tradiciones espirituales auténticas, aún siglos antes de la cristiandad, las relaciones de los individuos con las criaturas ha tenido un papel fundamental. Las criaturas necesitan ser una guía que lleva a Dios. Cuando este papel es invertido, las criaturas llevan a la idolatría. Esto es un apego. Al explicar la adicción, May resalta esta larga tradición sobre los apegos y construye sobre ella. Conforme el apego escala, crece la adicción. May muestra cómo el cerebro, la mente y los sentimientos de uno trabajan juntos para crear y mantener una adicción. La adicción está enraizada en el cuerpo y en la mente. Estamos conectados en la dirección de la adicción.

Cuando May declara que la adicción es una idolatría, suena algo chocante. La misma enseñanza ha sido parte de nuestra espiritualidad cristiana desde los primeros días de las madres y los padres del desierto.

A un nivel personal, la lucha es permitir que las cosas, las relaciones y las actividades nos lleven hacia Dios. Sin embargo, estamos profundamente inclinados a revolver y distorsionar estas cosas para dirigirlas por nuestras necesidades egoístas. En lugar de poner a Dios en el centro, nosotros nos volvemos el centro. Esta lucha empezó en el Jardín del Edén y la seguiremos hasta el final.

Las adicciones no están centradas en las cosas o experiencias. Todas las adicciones están en el corazón. ¿Estoy yendo hacia Dios o no?

Otra visión que es de mucha ayuda de May determina la diferencia entre la adicción que con frecuencia parece bastante bien, y las áreas de auténtico compromiso en nuestra vida. Simplemente necesitamos hacernos la pregunta, ¿puedo dejarlo? Si la respuesta es no, es una adicción no importa qué tan buena parezca. La libertad es la fuente de todo lo bueno que hacemos. La adicción es enemiga de la libertad.

Necesitamos trabajar para identificar nuestras adicciones. Esto no es tan fácil. Muchas adicciones operan de una manera totalmente escondida. Otras adicciones son astutas para crear juegos engañosos de la mente para minimizar la preocupación. Ej. ¿Cómo puede ser dañino mi entusiasmo porque el equipo gane el campeonato? ¿Cómo puede trabajar extra para mantener a mi familia estar en conflicto con ser un padre responsable? ¿Puede el estar preocupado por la salud de uno impedir mi vida espiritual? Estas, y miles de preguntas más sobre las actividades ordinarias y las actitudes, pueden llevar a descubrir muchas adicciones en nuestras vidas.

Las adicciones prosperan en el anonimato. Sondeando el autoconocimiento, con frecuencia conducido por la oración personal profunda, devela su actividad destructiva. Cuando una persona trae a luz una adicción, hay una elección: mantenerse en la esclavitud o buscar la libertad. Esta es una pregunta de Elías hacia el pueblo en el conflicto de los falsos profetas: “¿Hasta cuándo van a estar saltando de un pie al otro? Si el Señor es Dios, síganlo; si lo es Baal, síganlo a él.” (I Reyes 18: 21)

Una parte verdaderamente difícil de la enseñanza de May sobre las adicciones es esta: las actividades más mundanas llevan a elecciones críticas en nuestra vida. Escuchar o leer las noticias, nuestro celular, unas cuantas bebidas, abolladuras en nuestro carro nuevo, un poco de trabajo extra, planes para el retiro – todo esto está sujeto a ser adicción. Todo ello nos puede llevar por un camino destructivo. ¿Elegiremos al verdadero Dios o a un falso dios? Esta es la cuestión del Evangelio. “Para salvar la vida, uno debe perderla.”
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