El Covid-19 en nuestro camino a Emaús


I

Las historias de resurrección en los Evangelios nos invitan a entrar en el misterio de Cristo Resucitado. Este viaje es de la cabeza al corazón. Los dos discípulos en el camino de Emaús son ejemplos maravillosos de este viaje en lo que es la verdad más profunda dentro de nosotros.

Los dos discípulos le cuentan la historia de Jesús. Para ellos es una tragedia profunda. Su frustración los ciega y los consume. Aun cuando su visión de Él era como “un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el pueblo.” (Lucas 24: 19) y fue mandado a la muerte por los líderes. Sus expectativas por un salvador y libertador de Israel no dejaban espacio para un Mesías que sufriría la infamia de la muerte en la cruz. Por lo tanto, ellos van por el camino de Emaús sin fe ni esperanza.

No obstante, Jesús les permite contar su historia. Él los encuentra justo en medio de sus sueños rotos y su esperanza perdida. Su historia fue un cuento triste de derrota y dolor. En particular, pasaron por alto el mensaje de las mujeres sobre la tumba vacía y los ángeles.

Jesús les cuenta la misma historia cuando está con ellos. Él la presenta en el contexto de las Escrituras, una historia de un Dios que constantemente aplasta la desesperación de la gente. Para Jesús, es una historia de fe y esperanza, el triunfo final del amor. “Luego dijeron ellos, ‘no sentíamos arder nuestro corazón’ cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras” (Lucas 24: 32) ellos estarían listos para escuchar la historia del gran misterio del Mesías sufriente solamente cuando estuvieran despojados de sus falsos sueños y sus ambiciones. Era la misma historia que Jesús estuvo proclamando todo el tiempo. Ahora en su quebrantamiento y vacío, estaban listos para escucharla con corazón y mente abiertos. Ahora, verdaderamente tendrán sus corazones ardiendo.

La experiencia de los discípulos en el camino de Emaús, nos llama de regreso a la pregunta fundamental del mensaje del Evangelio ¿Quién es Jesús para nosotros? Primero debemos sobrepasar la respuesta superficial donde nosotros creamos un dios que está solamente para servir y satisfacer nuestras necesidades. Solamente al aceptar los conflictos inevitables de la vida con el mal y todas las temidas consecuencias del pecado estamos libres para caminar con Jesús a Jerusalén. La dimensión trágica en la vida nos libera para dar la bienvenida al misterio del amor escondido en el Mesías sufriente. Este es el diseño amoroso de Dios. Es el único camino hacia la gloria de la resurrección y la plenitud del Reino de Dios.

Jesús fue la revelación completa de este Dios que actuó por justicia y liberación a través de la historia del pueblo elegido. El mensaje continuo en las escrituras es la presencia de un poder y amor que trasciende toda la tragedia humana. ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria? (Lucas 24: 26) En la sabiduría de Dios, el sufrimiento y la muerte no destruyeron la misión mesiánica sino que la confirmaron como la parte central del plan divino de amor.

La experiencia de Emaús nos da una percepción dentro de la vida cristiana. Trae la historia de Jesús a nuestra experiencia de vida. Más tarde o más temprano, corremos contra el destino humano común de los sueños rotos, el amor rechazado y nuestra mortalidad que es tan básica. Tratamos de cubrir todas las circunstancias pero, al final, no estamos listos para lo que la vida nos tiene reservado. ¿Quién podría soñar realmente lo del coronavirus y su impacto en nuestro mundo? Nosotros somos como los discípulos. Teníamos sueños de grandes cosas viniendo de Jesús, el que sería nuestro salvador. A pesar de todo, en nuestra visión de la vida, raramente hacemos espacio para el Cristo Crucificado. Es por seguro, que un evento traumatizante como una pandemia mundial nunca habría estado en nuestra lista de preocupaciones.

Como los discípulos en el camino de Emaús, ahora que el Covid 19 domina nuestra realidad diaria, tenemos que poner fe y esperanza a nuestra historia. Necesitamos fe para abrazar realmente la historia de las escrituras en nuestro camino de Emaús que nos encuentra abrumados por una pandemia mundial. Como a los quebrantados y frustrados discípulos, la fe nos ayudará lentamente a ver que Dios está aún con nosotros en estos momentos más oscuros. Necesitamos empezar a ver la Resurrección por lo que es en nuestra vida: la conquista del amor sobre la muerte, enfermedad y mal. No todo está perdido. Tenemos una razón para la esperanza. En verdad, la victoria es nuestra cuando caminamos con Jesús. Todo el horror y la ambigüedad del Covid 19 ultimadamente nos deben llevar a aceptarnos como pobres y quebrantados pecadores que no tienen otro camino que Jesús Crucificado y Resucitado. Esto es la nueva normalidad que sola trascenderá el increíble poder del virus para destruir nuestros sueños y anhelos de seguridad y protección. El virus fija la elección ante nosotros. Tenemos que decidir lo que es realmente importante. En el proceso, es probable que nos volvamos conscientes que muchos de nuestros queridos sueños y ambiciones están envueltos en los valores de nuestra cultura consumista que están muy alejados de los valores del mensaje de Jesús.

II

Thomas Merton tiene una bella definición de lo que es oración: la oración es un anhelo de estar en la presencia de Dios, una comprensión personal de la Palabra de Dios, el conocimiento de la voluntad de Dios y la capacidad de oír y obedecer. Esto es lo que sucedió a los discípulos en su encuentro con Jesús. Ellos se estaban alejando de la vida, alejándose de la conciencia de la presencia de Dios. Quedaron atrapados en la sombría y paralizante realidad de sus sueños rotos. Jesús les cuenta la historia y parte el pan. Ahora sus ojos están abiertos. Su corazón está envuelto en un fuego de amor que estuvo ahí todo el tiempo. La historia y el hecho de partir el pan les permitió entender la Palabra de Dios y decir si a la voluntad de Dios. Ahora ellos podían poner esta verdad en acción en sus vidas.

“Con eso sus ojos fueron abiertos y ellos lo reconocieron y Él se desvaneció de su vista.” (Lucas 24: 31) la frase “se abrieron sus ojos” aparece ocho veces en el Nuevo Testamento. Seis veces es usado en Lucas. Esta expresión siempre se refiere a una comprensión muy profunda de una revelación. En este caso, los ojos de los discípulos son abiertos cuando Jesús comparte el pan con ellos. Aun cuando Jesús los deja físicamente, y no puede ser visto, ellos sabían ahora que Él se quedaría en la fracción del pan que es la Eucaristía. Nutridos por la tarea por la palabra y el sacramento, ellos estaban listos para volver a Jerusalén y hacer la obra de Dios.

El poder de la oración personal profunda puede hacer lo mismo por nosotros. Podemos empezar a ver la realidad como impregnada con esperanza y nuevas posibilidades una vez que encontremos al Cristo Resucitado. La palabra de Dios, especialmente el encuentro con Jesús en la Eucaristía, facilita nuestro camino a una nueva comprensión. Nos lleva a abrazar la voluntad de Dios. La Palabra de Dios nos da dirección en nuestro camino a Emaús. Nos ayuda a encontrar nuestro camino de regreso a nuestro Jerusalén, de regreso a la lucha fiel de nuestra vida. Aquí vemos nuestra vida en una nueva luz. Nuestros ojos están abiertos. Nuestras responsabilidades y relaciones son ahora una manera de cuidarnos en el plan amoroso de Dios para nosotros.

Si se trata de la maldición del Covid 19 o de las decepciones de lo que nosotros pensamos que era prosperidad y buena fortuna, solamente Jesús puede darnos la verdadera libertad que va más allá de todas las expresiones de la muerte y el mal. Caminemos con Él en la integridad del amor en el viaje a casa.
Compartir: