Decimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario

MATEO 13: 1-23


Estimados amigos,

Hoy empezamos con primero de los tres domingos sobre parábolas del capítulo 13 de San Mateo. Una parábola es sencillamente una historia sacada de eventos ordinarios de la vida diaria que lleva a una visión profunda de la realidad. Con frecuencia las parábolas son propensas a diferentes interpretaciones. Todas ellas guían hacia una visión del mensaje principal de Jesús, el Reino de Dios. Ellas develan la presencia salvadora de Dios en nuestra experiencia humana ordinaria.

La parábola de hoy es sobre la siembra de las semillas. Unos pocos hechos sobre las prácticas agrícolas en el tiempo de Jesús son de mucha ayuda para entender el mensaje de la parábola.

Primero que todo, tirar las semillas tan indiscriminadamente no parece una idea tan brillante. Sin embargo, tiene un poco más de sentido cuando uno se da cuenta que la costumbre judía era arar la tierra después de la siembra. La mayor parte del mundo hace lo opuesto.

Segundo, recibir entre el 7 y el 10 por ciento de cosecha era considerado algo muy bueno en la siembra de la semilla.

En consecuencia, podemos entrar en el mundo de la parábola de Jesús y hacer unas cuantas conclusiones. La conclusión número uno es que el mensaje de Jesús es para toda la gente sin importar cuales sean las circunstancias. El llamado universal está en el centro del mensaje de Jesús. Todo mundo es bienvenido al banquete.

Por supuesto, “todo mundo” siempre ha tenido la dificultad de que los cristianos inevitablemente tienen un grupo de “esas personas” que no van a ser incluidas. Hace muchas décadas, “esas personas no incluidas” eran los protestantes y las personas divorciadas. Recientemente, eran los homosexuales y los musulmanes los que estaban a la cabeza de la lista de “esas personas”. Ahora tenemos el lento, doloroso y tedioso camino hacia la justicia racial que ha sido verdaderamente el pecado original de nuestra nación (hablando de Estados Unidos).

Un segundo punto a considerar en la parábola es la obtención del 30, 60 y 100 por ciento. Estos números son indignantes. Así no es el amor de Dios. El corazón que es la buena tierra se abre a increíbles nuevas posibilidades en este oscuro valle de lágrimas.

La parábola de la siembra nos dice que la realidad revela un misterio de la vida, una posibilidad de una explosión de amor que está escondido en lo ordinario. La realidad está impregnada con una gracia y superdotación que va más allá de nuestros sueños cuando abrazamos el llamado de Jesús. El resultado del “si” a Jesús lleva a una nueva vida de libertad y sanación que nos guía a buscar para crear un nuevo mundo de justicia y paz. Aceptar el llamado de Jesús es la transición a un nuevo mundo de reconciliación y servicio. El comienzo del Reino de Dios inicia aquí y ahora donde quiera que haya amor sacrificado. En la lotería de Jesús, la combinación ganadora es 30, 60 y 100. El premio está en la victoria del amor sobre el odio, la paz sobre la violencia, la armonía sobre la división y un corazón humano con un profundo sentido de plenitud e integridad.
Compartir: