Sexto Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 5: 17-37 


Estimados amigos,

El Evangelio de hoy es parte del Sermón en el Monte. Jesús es descrito como la plenitud y trae una profundidad y claridad más grande sobre las enseñanzas del Antiguo Testamento. Mateo es enfático en que Jesús no se aleja del Antiguo Testamento. Él está mostrando claramente el verdadero significado de las enseñanzas que no han sido entendidas. Él nos está invitando a ir más profundo para encontrar el verdadero significado en toda su sabiduría y belleza.

En esta sección de Mateo hay seis declaraciones que empiezan con la frase, “Ustedes han oído que se dijo…pero yo les digo…” todo tiene que ver con Jesús trayéndonos hacia un desafío mucho más comprensible de las enseñanzas del Antiguo Testamento. Todos tienen que ver con las relaciones humanas.

El Evangelio de hoy contiene cuatro de estas declaraciones sobre: asesinato, adulterio, divorcio y juramentos. La próxima semana tendremos otros dos: venganza y amor a los enemigos.

Cuando yo era un sacerdote joven, fui una marca de fuego para la justicia racial. Yo fui abundantemente bendecido con el regalo de juventud del entusiasmo y maldito con abundancia de farisaísmo (hacía mi propia justicia)

Un día, uno de mis hermanos mayores Carmelitas me dijo que yo sería más efectivo si trabajaba haciendo el llamado progresivamente y no rebajándome al tratar con la gente. Ya que el tamaño de la viga en mi ojo era talla XXXL me llevó un rato entender la sabiduría en el consejo de mi hermano. Lentamente, empezó a enfocarse. Llamar progresivamente y no rebajarse significa sencillamente dar el debido reconocimiento a la dignidad humana de los demás.

Jesús estuvo a cargo en el proceso. Las seis declaraciones son una bella expresión de la celebración de la dignidad de la dignidad humana de las personas.

Aquí hay un pensamiento sobre una de las enseñanzas de Jesús en la selección del Evangelio de hoy. Al hablar sobre, “No matarás” Jesús dice, “Si ha tratado al hermano de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno” (Mateo 5: 22)
Sólo piense en cuán importantes son los nombres y las etiquetas en cualquier movimiento de un grupo por la libertad y la dignidad. Nosotros fuimos cambiando de llamar gente de color a llamarlos negros y luego Afro-americanos. Pasamos de las fresas a maricones luego maricas y gays y ahora se les llama persona con orientación sexual diferente. Cada uno de estos cambios fue difícil y con frecuencia muy doloroso porque lentamente surgió un prejuicio profundamente engranado. Cada cambio fue un paso más cercano a reconocer la dignidad básica humana del “otro”

El Evangelio tiene un ejemplo perfecto de esto en la historia del hijo pródigo. En nuestra visión de la realidad según nuestro sentido común, el padre habría sido totalmente justificado si llamara “tonto” al hijo.

La historia del Evangelio nos dice que el padre no dio semejante respuesta sino que mandó a los sirvientes a que prepararan una gran fiesta para celebrar porque “este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido encontrado.” (Lucas 15: 23)

Jesús nos está invitando a ponderar la profundidad del poder de los nombres que usamos para los demás. Ellos necesitan expresar y celebrar la dignidad humana de los demás. Necesitan guiarnos a la llamada progresiva y no a rebajar si “Estamos llamados a ser perfectos como nuestro Padre Celestial es perfecto.” (Mateo 5: 48)
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