Cristo Vive en Mi

(SÉPTIMA MORADA DEL CASTILLO INTERIOR) 


El paso final en el viaje es nuestra llegada a casa. Estamos con Dios en una manera nueva y diferente. Tenemos una certeza profunda sobre esta nueva condición. Este es un estado permanente de unión con Dios. Toda nuestra vida es experimentada de forma fresca. Somos conscientes de nuestra presencia a Dios en una forma transformada de unión. Ahora, a diferencia de todo lo anterior, esta unión es continua, todo fluye de esta nueva dimensión del amor. Todos nuestros deseos y esperanzas, nuestros valores, nuestros anhelos estan llenos completamente con el amor de Dios. Una luz interior nos guia en nuestro sendero de amor. Hay protección contra todas las debilidades y faltas de la condición humana. El amor ha ganado.

Ahora la persona y Dios se transmiten juntos, dos amores entrelazados y unidos en una sola vida. Como dos luces entrando en un cuarto, hay ahora una unión inseparable. Hay una fluidez que penetra la psique diferente a las ráfagas de unión que de alguna manera fueron tumultuosas para el recipiente. Ahora estos movimientos de gracia son pacíficos y son parte de la conciencia humana. No hay conflicto de oposiciones. El alma ha venido a su destino al centro donde reside Dios.

Los antagonismos y la inconstancia entre lo humano y lo divino, entre el cuerpo y el alma, entre este mundo y el cielo han sido resueltos de la única manera posible de este lado de la visión beatífica, el estado de unión con Dios. Pablo lo declaró sucintamente, “Ahora no vivo yo más Cristo vive en mi.” (Gálatas 2: 20)

En la séptima morada Teresa dice que los secretos profundos del alma son revelados. “Cada uno de nosotros tiene un alma, pero nosotros no capturamos almas sino que son merecidas por las criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios, no entendemos los secretos profundos que yacen en ellas.” (Castillo Interior 7.1.1)

El matrimonio espiritual con Cristo está finalizado. Ya no hay más locuciones de experiencias místicas, ni más raptos ni partes emocionantes en el encuentro. En un sentido, hay un retorno a la vida normal en la superficie. Hay ahora un increíble deseo de servir y amar en el contexto de la experiencia diaria de uno. A diferencia del tiempo de los desposorios, la nueva presencia de Dios es irrompible, no es intermitente.

Teresa usa dos conceptos sencillos para describir la diferencia. En el desposorio, era como la unión de dos candelas de luz tenue. Cuando ya están unidas se vuelven una sola llama. Sin embargo, con mucha frecuencia, son retiradas para ser fuegos separados. En la experiencia final del casamiento espiritual es como la lluvia cayendo en el rio. Ahora las gotas de lluvia están totalmente unidas y son inseparables de las aguas del rio. (Castillo Interior 7. 2. 4)

Mientras los fuegos artificiales de la sexta morada se desvanecen, las luchas diarias y los problemas de la vida permanecen y con frecuencia son intensificados. Todas las cargas de la vida y las experiencias negativas se vuelven la energía para fomentar el crecimiento de la humildad más adelante así como del hambre para vivir el Evangelio. Nuestra relación con Dios ahora está atrincherada en este nuevo estado de unión. Trasciende el dominio pasado de las necesidades físicas y emocionales.

Nuestra vida espiritual ha estado en una búsqueda persistente de libertad y paz. La lucha constante fue alejarse de la auto-absorción generada por los apegos, las adicciones, los prejuicios profundos, la ceguera del cautiverio cultural y un patrón general de auto-centrismo. Ahora todos estos obstáculos para la unión han sido gradualmente suavizados. En la experiencia de unión, las raíces profundas de estos egoismos finalmente desaparecen en una purificación final que lleva a la entrega. La paz de la sèptima morada es un regalo de Dios.

La séptima morada es caracterizada por una armonía penetrante que une las dimensiones interiores y exteriores de la vida. Hay una nueva identidad, el verdadero ser emerge del falso ser. Esta es la conclusión del viaje de la sexta morada que lleva al centro del Castillo. Esta paz brota de este nuevo hogar independiente a las continuas luchas de la vida. “Todas las cosas deben venir del alma desde sus raíces, desde donde está plantado.” (Castillo Interior 7.2.9)

En el abandono de los esfuerzos humanos, Teresa explica, “Todas las cosas corpóreas en el alma fueron quitadas y quedó la vida en el espíritu puro…ya que es muy cierto que al vaciar nuestro ser de todo lo que es criatura y nos desprendemos de ello por el amor de Dios, el mismo Señor nos llenará de Él.” (Castillo Interior 7.2.7)

Aun con las pruebas y molestias de la vida diaria como nuestro quehacer común, Teresa dice:

“No se debería pensar que las facultades, sentidos y pasiones están siempre en esta paz; el alma si. Pero como en las otras moradas, tiempos de guerra, los problemas y la fatiga nunca faltan. Sin embargo, son tales que no quitan el alma de su lugar ni la paz; eso es como una regla.” (Castillo Interior 7.2.10) 

En este estado de unión, las paradojas del Evangelio no son más una fuente de desafío y confusión. Ahora claramente son una norma. Volviendo la otra mejilla, el último lugar en la mesa, la necesidad de servir más que de ser servido junto con una milla extra y perdonar 70 veces 7 y todo lo demás, es ahora cuando tiene sentido en nuestra vida.

En el estado de unión, la preocupación por el reino de Cristo es lo que domina. La unión lleva a implementar todos los mandatos del Evangelio. Teresa lo pone de esta manera: “Esta es la razón para orar mis hijas, el propósito del casamiento espiritual: el nacimiento siempre de buenas obras, buenas obras.”!! (Castillo Interior 7.4.6)

En la transformación hecha por la unión con Dios, compartimos el amor de Dios con todos. Nos es de urgencia alcanzar el amor y el servicio para todos sin distinción. Este servicio es medido en el analisis final por amor más allá que cualquier otro grado de éxito y efectividad. Las preocupaciones de Cristo y las nuestras se vuelven una.

“En resumen, Hermanas, lo que concluyo con esto es que no deberíamos construir castillos en el aire. El Señor no busca mucho la grandeza de nuestras obras como el amor con que son hechas…así, aun cuando nuestras obras son pequeñas, tendrán el valor de nuestro amor por el que habrían merecido ser grandes.” (Castillo Interior 7.4.15)

II

Teresa tiene una estructura particularmente bien organizada para su mensaje sobre la santidad que desarrolla desde esta unión con Dios. En la experiencia inicial del estado de matrimonio espiritual, Teresa tiene una visión muy poderosa de la Trinidad. En el primer capítulo de la séptima morada Teresa dice que la unión es la primera experiencia trinitaria. Toda realidad brota de esta verdad fundamental. Este es el caso para la vida en el centro en unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

En el segundo capítulo Teresa resalta la verdad que es toda santidad cristiana que viene de Cristo Jesús. Siempre está centrado en la relación de uno con Cristo.

“Mantengan en mente que no podría exagerar la importancia de esto. Fijen sus ojos en el Crucificado y todo se volverá pequeño para ustedes.” (Castillo Interior 7.4.8)

En el tercer capítulo Teresa muestra la verdadera unión con Dios que siempre culminará en el completo desarrollo humano de la persona. Este es el verdadero ser liberado de la unión y ceguera del pecado.

Finalmente, la santidad enraizada en el casamiento espiritual surgirá en la conciencia por un servicio hacia los demás. Todas las demandas del Reino de Dios en una histórica realidad encarnada derinirá las prioridades de uno. Esto empieza siempre con las llamadas de atención diarias hacia las relaciones y responsabilidades inmediatas.

La autora Carmelita declara que la bella mariposa que ha evolucionado de la quinta morada debe morir. El nuevo ser experimenta el misterio pascual donde la muerte da paso a la vida nueva en el Cristo resucitado. Aquí, otra vez, un tema constante de la séptima morada surge: “No vivo yo, más Cristo vive en mi.” (Gálatas 2: 20)

En el contexto de esta cuadruple descripción de verdadera santidad Cristiana, Teresa enlista seis características de esta nueva vida en el centro del Castillo. Estas nuevas cualidades son:

  • El olvido del ser
  • Deseo de sufrir
  • Gozo profundo interior por la persecución
  • Deseo por servir
  • Gran desapego
  • No hay temor por los engaños del diablo.

En la conclusión de sus enseñanzas, Teresa habla sobre la necesidad de traer la visión tradicional de María y Marta, oración y acción, en una sola. Este es su discernimiento sobre este tema:

“Esto es por lo que quiero que nos esforcemos, mis hermanas, y permitannos desear y estar ocupadas en oración no por culpa de nuestra alegría sino para tener esta fortaleza para servir…creanme, Marta y María deben unirse para mostrar hospitalidad hacia el Señor y tenerlo siempre presente y no hospedarlo mal al fallar en no ofrecerle algo para comer.” (Castillo Interior 7.04.012)
En su epílogo, Teresa acentúa la necesidad por la paciencia, consistencia y apertura. Al final, nuestro progreso está en las manos de Dios. La humildad es la clave.

“Al considerar que ni siquiera mereces entrar en la tercera ganarás más rapidamente el favor para alcanzar la quinta. Y estarás listo para servirle desde ahí de manera tal, que continuarás caminando por ahí con frecuencia, ya que él te traerá a la misma morada que tiene para Él.” (Castillo Interior 7. E)
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