Renunciación del Poder

El siguiente material es otra selección del libro de Thomas Merton Conjeturas, p. 345. Es una fuerte y perspicaz reflexión sobre: La Pasión y Muerte de Jesús.


En el libro de San Anselmo sobre la Redención (Cur Deus Homo), así como su Proslogion, uno no puede realmente seguir su argumento a menos que comparta algo de su luz interior y experiencia y de su fe. La dialéctica no es suficiente, aun cuando Anselmo pensó sobre sí mismo como un dialéctico principalmente en sus escritos. ¿Cuál es la “luz” en la que él ve y discute la Redención? Otra vez, es la intuición de la rectitud como auténtica libertad, y no simplemente el cumplimiento del deber. La rectitud de Cristo en la Redención para Anselmo no consiste primeramente en la aceptación de una condena a muerte impuesta por el padre. Muchos interpretes de Anselmo lo miran de esa manera. Cristo no fue condenado a muerte por la justicia divina. Él vino al mundo, fue hecho hombre para vivir perfectamente como hombre; en la libertad y verdad de hombre, para hacer lo que estaba determinado para hombre, y así salvar a otros hombres. En el cumplimiento de “toda justicia” Él es condenado injustamente. Él pudo justamente haber usado su poder para salvar al hombre de alguna otra manera, pero Él prefirió explicitamente salvar al hombre renunciando a su poder. Sin embargo, Él voluntariamente y libremente se sometió a la muerte. El Padre ordenó la salvación del hombre pero dejó a Cristo enteramente libre para elegir sus propios medios. (énfasis del editor) Lo que es agradable para el Padre no es precisamente el sufrimiento y la muerte sobre Cristo, pero lo envió a Él al mundo para usar su libertad para salvar al hombre. Está fuera de todo amor por parte del Padre que Jesús elija esta forma particular, la forma de la humillación y de la renunciación total de poder para salvar al hombre por amor, misericordia y auto sacrificio.

Mis comentarios:

San Juan de la Cruz dice que cuando nosotros encontramos a Jesús en reflexión y oración, estamos invitados a un misterio que es infinito. No hay límite para la sabiduría y la percepción que va delante de nosotros en nuestra búsqueda. Esto es lo más verdadero cuando hablamos sobre el punto máximo del misterio: la Pasión, Muerte y Resurrección.

Aquí hay unas pocas observaciones que encontré de ayuda con respecto a los comentarios de Merton sobre San Anselmo.

Primero que todo, en los cuatro Evangelios casi no hay sentido del sufrimiento físico. Habria sido tan facil describir el total horror de la crucifixión. Aun así ninguno de los cuatro le dedica ni siquiera una oración completa a esta expresión central de nuestra fe. Todos ellos usan una oración compuesta para tratar de llamar la atención a otro punto lejos del acto físico. En Mateo y Marcos la segunda parte es acerca de la decisión sobre su manto.

El punto para mí es que hay mucha más claridad en el sufrimiento psicológico. En primer lugar, hay una aparente falla total del ministerio público. Luego está el casi total abandono de los discípulos resaltado por las negaciones de Pedro. Está la burla en repetidas ocasiones. Junto con el ridículo hubo prisa, escupidas y eventualmente azotes. Está la corrupción de los líderes religiosos. La elección de Barrabás y la presencia de los dos ladrones que además es una expresión de degradación. Otro punto crítico: ¿Dónde estaba toda la gente que Él sanó, alimentó y le dio un mensaje inspirador de esperanza?

Poniendo todo junto hay un cuadro de una falla total, rechazo, deserción y abrumadora debilidad en su silencio. Todo esto tuvo lugar en un contexto de increíble sufrimiento físico que es todo lo más resaltado en la totalidad de la derrota.

En la tentación en el desierto y la confrontación con el demonio la pregunta desde el inicio fue lo que fue por lo que significa ¿Él podía cumplir mejor la misión como Mesías? ¿Cómo podría Él salvarnos mejor de manera que fuera significativo para toda la humanidad por todos los tiempos?

En la pasión, muerte y resurrección Jesús representa hasta el final su elección de salvación. Claramente un gran punto de lo que fue la identificación con cada manera de sufrimiento humano, la experiencia de la injusticia y las consecuencias del pecado. Esta identificación tiene lugar en su renunciación de poder y en la aceptación de los resultados finales de esta elección. Fue su abandono en el amor del Padre. Fue su declaración de que la palabra final no fue expresada y aparente derrota de la Cruz sino la victoria de la Resurrección. La palabra final no fue de control y poder destructivo de Pilato y todos los líderes a través de la historia manifestaron tan claramente en toda opresión. La palabra final el poder redentor de la sumisión que siempre trae esperanza y libertad de un Dios amoroso. La palabra final no fue la burla y el acoso sino el silencio salvador de un Salvador fiel que abrió la posibilidad de sanación y una nueva vida para todas las víctimas de la historia. La palabra final no es el poder abusivo del estado en la presencia de los soldados autoritarios en el salvajismo de la flagelación y los clavos de la muerte pero en la amorosa aceptación de un Salvador cuyo amor amor abrazó toda la experiencia oscura del mal de la humanidad. La vida y el amor finalmente gana sobre el pecado y la muerte en Cristo Crucificado y Cristo Resucitado.

Esta fue la victoria que Jesús eligió: la victoria para todos los pobres y abandonados del simple azar de la condición humana en enfermedad y muerte. El eligió ser uno con las víctimas del holocausto nuclear de Hiroshima, el holocausto de Dacha o las víctimas de la esclavitud. Él se identificó a sí mismo con todos los que han sido atormentados por las formas implacables del prijuicio a través de la historia. Parece no haber límite para el sufrimiento y la pérdida de la humanidad. Jesús se volvió uno con cada una de las víctimas. Su elección de renunciación del poder lo llevó a la Pasión y a la muerte pero también a ultimar la victoria de la justicia. Su abrazo a esta maravilla misteriosa del amor salvador es la fuente de esperanza y luz en toda la oscuridad de la historia de la humanidad. ¡En el mal más oscuro el Aleluya ganará! Él ha resucitado e invita a cada uno de nosotros a vivir y a morir en la maravilla de esa victoria.

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