Reflexiones sobre la Oración



El Catecismo de la Iglesia Católica dedica casi un ciento de páginas al tema de la oración. Ofrece una gran cantidad de definiciones de oración. Delimita muy bien la diferencia entre las muchas clases de oración, tal como oración de petición, oración litúrgica, de meditación, de alabanza, oración carismática, y contemplación.

En mi tratado sobre oración, voy a usar la definición de Thomas Merton y que es profundizada por Teresa de Ávila. Estamos hablando sobre la oración personal comprometida. Para Merton, “oración entonces significa un anhelo por la simple presencia de Dios, por un entendimiento personal de la palabra de Dios, por el conocimiento de la voluntad de Dios, y por la capacidad de oir y obedecer a Dios.”

Teresa dice que la oración no es otra cosa que “compartir de forma intima entre amigos; esto significa tomar tiempo frecuentemente para estar a solas con quien nosotros sabemos que nos ama”. Toda oración debe alzar nuestra conciencia de la presencia amorosa de Dios. La humildad es el fundamento de toda oración. Nos mueve a darnos cuenta de nuestra total dependencia de Dios.


Necesitamos comprometernos con la palabra de Dios. La forma más privilegiada de este encuentro está en la Biblia pero tambien está en las experiencias de nuestra vida. La lectura espiritual primeramente enriquece nuestro contexto para la oración. Sin embargo, también puede ser una fuente fértil para facilitar el contacto con Dios.

El encuentro con la Palabra de Dios nos lleva a la voluntad de Dios, una llamada de nuestro egoísmo a la generosidad hacia Dios y a los demás. En esta oración, escuchar es la clave. La nueva visión en la realidad de la voluntad de Dios nos lleva a nuestra forma de vida con una nueva apertura hacia la humildad, servicio y amor. Teresa señala que este dialogo involucra a ese que nosotros sabemos que nos ama.

Cuando yo uso la descripción de oración personal comprometida, puede incluir muchos tipos de oración: vocal, mental, meditación, lectio divina, y oración contemplativa. Lo que todas ellas tienen en común es un esfuerzo personal específico para orar a un dado tiempo. Este hecho distingue esta oración de una oración espontánea la cual puede suceder en cualquier momento incluso mientras pasea al perro, lee o mira una película. La oración personal comprometida es un esfuerzo para traer la oración a su vida como una disciplina para orar regularmente, no importa cómo nos sintamos. Puede empezar con solo quince minutos al día pero con compromiso, disciplina y generosidad que crecerá y lentamente transformará nuestras vidas. Nos lleva en un viaje de amor cuya meta final es estar totalmente enamorados de Dios.

Cinco Puntos en la Oración

Hay cinco puntos importantes en la definición de oración de Merton. Lo primero es que nosotros ponemos atención a la presencia de Dios. Esto demanda un esfuerzo consciente para enfocar nuestra atención, pero atención plena en lo sagrado. Segundo, traemos la palabra de Dios a nuestra mente y buscamos entendimiento. Tercero, esta reflexión debe llevarnos a la comprensión de lo que Dios quiere de nosotros. Cuarto, traemos esta experiencia a nuestra vida de manera que la palabra nos habla y nos lleva al quinto paso que es vivir en obediencia al llamado de Dios. De manera que la oración es sobre la vida y la forma en que la vivimos.

He elegido usar la estructura de Lectio Divina para hablar sobre la oración personal profunda. Lectio Divina es una lectura con devoción de la Biblia, o bien de nuestra experiencia. Involucra cuatro pasos: leer, reflexionar, responder y descansar. Hay muchos otros metodos de oración mental o meditación. Si usted se siente familiarizado y más cómodo con estos otros enfoques, no hay problema. Siempre deberíamos orar como podamos, no cuando debemos. Necesitamos usar lo que funciona para nosotros. De igual manera, la oración vocal que es practicada con un profundo sentido de oración puede ser de ayuda a la transformación personal.

Conforme empezamos a comprometernos con la oración personal, el primer punto es reunirnos y así podemos poner atención al hecho de que estamos en la presencia amorosa de Dios. Junto con este centro o foco necesitamos darnos cuenta de que Dios está muy cerca. De hecho Dios nunca nos quita el ojo de encima.

El corazón es la verdad más profunda sobre nosotros. Hablando sobre la oración, la Biblia habla del corazón casi mil veces. Es el corazón lo que es la fuente de la oración. El corazón es donde encontramos lo más real de nuestro ser. Es nuestro centro aún más allá del poder de la razón. Con la oración queremos traer al corazón a una conciencia de Dios. Todo esto es sobre un sentido de presencia buscando una comunión más profunda con Dios.

En suma, es reunir todas nuestras facultades para poner atención a la presencia intima de Dios y buscar la comunión. Tenemos un sentido de una presencia sagrada que nos llama a la vida en amor. “Escucha, estoy parado a la puerta y llamo; si oyes mi voz y abres la puerta, entraré y comeré contigo y tú conmigo.” (Rev. 3:20)

Estos primeros pasos de Lectio Divina, la lectura y la reflexión, pueden tomar la mayoría de tiempo cuando empezamos la búsqueda de una oración personal comprometida. Sin embargo, su trabajo es traernos a un sentido más profundo de presencia de manera que podemos buscar la comunión. Estos son los últimos pasos para responder en oración con un corazón abierto y descansar en silencio en la presencia amorosa de quien sabemos que nos ama.

El único gran obstáculo para orar, es no empezar. El segundo es el implacable ataque de distracciones. La resolución de las distracciones es un problema en marcha que necesita mucha atención pero que ultimadamente es un retorno a nuestro enfoque.

Esta experiencia de oración personal comprometida busca esclarecer la voluntad de Dios en la realidad concreta de nuestra experiencia diaria para empoderarnos en amor para encarnar la presencia del amor de Dios en la forma que vivimos en servicio al Reino.

El Tesoro Escondido

Un buen lugar para profundizar aún más en el regalo de la oración es la parábola del tesoro perdido. Hay tres pasos en esta parábola: encontrar, vender y comprar: encontrar el tesoro, vender todo lo que tenemos y comprar el campo.

El “encontrar” viene de un sentido de hambre en las profundidades del corazón, un sentido de incompletitud. Hay un sentido de que la vida abarca más de lo que yo tengo. La espiritualidad Carmelita se edifica en la verdad central del Evangelio de que Dios nos ama primero y nos ama tal y como somos. El “encontrar” que experimentamos está enraizado en nuestro encuentro con el amor de Dios por nosotros en nuestro quebrantamiento. Nosotros creemos que Dios está en la parte más profunda y más real de nuestro ser. Dios es el centro. Sin embargo, raramente damos mucha creencia o atención a esta realidad. La verdadera oración nos guiará a un encuentro con Dios en el centro.

El “vender” involucra hacer un compromiso para orar. Esto nos cuesta nuestra conveniencia, tiempo y comodidad. Hacer tiempo, genera un horario, construir una atmósfera y descubrir y practicar un método de oración…todo tiene un costo: auto sacrificio. Lo que estamos haciendo es crear un espacio para Dios en una entrega que va creciendo hacia los términos de Dios. En el proceso gradualmente aprendemos que Dios siempre quiere más de nosotros.

El “comprar” nos trae a la práctica de la oración en una parte regular y disciplinada de nuestro estilo de vida.

La atmósfera inicial para orar es importante. Necesitamos minimizar las distracciones al buscar el mayor silencio y soledad que es una realidad muy práctica para nosotros. Es nuestra responsabilidad crear este ambiente de apoyo. Necesitamos estar conscientes de con quien vamos a encontrarnos. Necesitamos un sentido de lo sagrado en nuestro esfuerzo. En segundo lugar, la oración siempre tiene que estar enraizada en el amor, respondiendo al amor. En tercer lugar, la oración necesita venir de un corazón anhelante y fiel al amor, no se trata de tener las ideas correctas. En las visiones de la oración es importante pero siempre triunfa el amor.

Toda oración debe empezar con un sentido de la presencia amorosa de Dios. El material que leemos, los pensamientos que nos llevan a reflexionar casi siempre tienen una chispa de luz. Algunas veces es como una tormenta eléctrica. Esto toca nuestro espíritu. El entendimiento nos llama al cambio. Aceptamos el desafío. Esto es el puente entre nuestro corazón y nuestra vida. Está siempre enraizado en una conexión del llamado amoroso de Dios, nuestra aceptación en nuestra pobreza y nuestra determinación para hacer que suceda.

Estos son solo algunos de los beneficios del autoconocimiento y la humildad fluyendo de una vida de fidelidad a la oración. Esta es la expansión de la purificación y de transformación del camino Carmelita. Es el inicio dinámico de la Peregrinación a Dios.

La oración está relacionada a cómo vivimos no a como nos sentimos. Con gran frecuencia, Dios da a los principiantes en la oración un sentido de paz y progreso. Gradualmente Dios nos suelta de esos bonitos sentimientos para agudizar nuestro enfoque lejos de nosotros y hacia Dios. Necesitamos sentir hambre por el Dios de los consuelos y no los consuelos de Dios. Esto será una batalla constante para todos aquellos que sean serios en cuanto a la oración.

El Autoconocimiento

El autoconocimiento que es genuino siempre ayuda a nuestra oración. En cambio, el autoconocimiento crece cuando nuestra oración es auténtica. Un propósito mayor de la oración es dirigirnos fuera de un mundo de autodecepción, ilusiones y un sentido de autograndiosidad que nos pone en el centro de nuestra conciencia. El lento, proceso de crecimiento de toda una vida en autoconocimiento nos lleva a un gradual desarrollo de transformación personal llamada conversión. Se repite a muchos niveles. El viaje para reenfocar y reconocer a Dios en el centro es solamente posible cuando reconocemos nuestra pecaminosidad y pequeñez. Una vez más la humildad se sitúa como esencial para nuestro viaje en la oración. Encontrarnos a nosotros mismos con honestidad es una tarea desafiante. No es una parte divertida de nuestro pasaje. Otro nombre para esto es ser realista.

Teresa de Ávila dice que el camino al autoconocimiento y su hermana, la humildad, nunca deben ser abandonados. Esto incluye las formas más altas de oración así como las oraciones de los principiantes.

Con fidelidad en la oración lentamente crecemos en paciencia. Las posibilidades de reconciliación salen de la nada. Situaciones donde era dificil ver el otro lado de la historia ahora se abren para apreciar cuatro o cinco puntos de vista válidos. Los prejuicios de toda una vida son expuestos exactamente por lo que son, una mentira.

Estos son solo algunos de los beneficios del autoconocimientos y de la humildad que fluyen de la vida de fidelidad a la oración. Esta es la expansión de la purificación y transformación del Camino Carmelita. Es el inicio dinámico de la Peregrinación a Dios.
Compartir: