Décimo octavo domingo del tiempo ordinario

Queridos amigos, El pasaje de hoy en Mateo es sobre los panes y los pescados. Esta historia aparece en seis diferentes ocasiones en los Evangelios. De igual manera, es solamente la historia de un milagro que está en los cuatro Evangelios. No cabe duda, tiene un mensaje muy poderoso para nosotros.


La historia mira hacia atrás y hacia adelante en el Plan Divino. Claramente tiene ecos del maná en el desierto (Exodo 16) y de la celebración de Eliseo de alimentar a la multitud con pocos panes. (2 Reyes 4:42-44). Más importante aun, el lenguaje que Jesús usa es similar al de la institución de la Eucaristía en la Última Cena (Mateo 26:26). Finalmente, presagia el banquete Mesianico al final de los tiempos.

Mateo agrega a la poderosa historia de los panes y los pescados al colocarla después del banquete de Herodes donde él decapitó a Juan el Bautista. Las diferencias en los dos banquetes son sorprendentes. Aquí hay unos pocos contrastes revelados en las dos comidas:

Banquete de Herodes:
  • Exclusión
  • Celos
  • Violencia
  • Degradación de las mujeres
  • Poder, riqueza y privilegio
  • Desperdicio y extravagancia

Banquete de Jesús:
  • Inclusión
  • Compartir
  • Paz
  • Celebración de dignidad a todos
  • Presencia de los pobres
  • Todos satisfechos y sobraron 12 Canastos.

Este es un ejemplo de los muchos del mensaje del Papa Francisco que está en el centro de esta llamada de crear “una iglesia pobre para los pobres.”

Nuestro mundo hoy y a través de la historia está organizado con los valores de la cena de Herodes. El Evangelio nos llama a entrar en el mundo de Cristo al compartir paz, servicio e inclusión para todos.

Jesús nos enseña que en el mundo del Evangelio, si el mundo se abre y acepta al Padre amoroso que el proclama, las cosas son diferentes. Cuando uno da siempre hay más. Solamente cuando nos apoderamos y acumulamosy buscamos para encontrar seguridad en nuestras posesiones experimentamos pérdidas e inseguridad y temor. En el mundo de Jesús empezamos a ver al pobre y al hambriento no como una inconveniencia y carga sino como una oportunidad para compartir, dar y amar. En eta forma multiplicamos nuestros propios pocos panes y peces como debe ser.

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