Décimo séptimo domingo del tiempo ordinario

MATEO 13: 44-46

Queridos amigos.
Hoy es el tercer domingo de parábolas en el capítulo 13 en el evangelio de San Mateo. Muchos eruditos de la Biblia dicen que la parábola de hoy del tesoro es la parábola más importante de todas.

Empieza con la declaración, “El reino de los cielos es como…” (Mateo 13: 44). En los tres Evangelios
sinópticos ésta frase, “el reino de los cielos” o “el reino de Dios” en Marcos y Lucas, está en el centro de las enseñanzas de Jesús y su ministerio. En su expresión más básica es el plan de Dios en Jesús para superar el mal con amor. Es un proceso de liberación de todas las consecuencias del pecado. Aunque los milagros son toda la manifestación de la presencia de Dios trayendo plenitud y libertad. La última expresión del afluente del poder divino está en la conquista de la muerte en la Resurrección.

El reino es un regalo de Dios. No lo ganamos pero necesitamos estar abiertos a su llamado. El reino es una situación que nos permite entrar y participar en la misma vida de Dios. El reino es caminar con Jesús donde los valores del mensaje del Evangelio llenan nuestro corazón y nuestra vida.


En el capítulo 13 de Mateo la frase “reino de los cielos” aparece nueve veces. De manera que la pregunta para nosotros es ¿cómo una simple historia del encuentro de un tesoro nos conecta a esta gran acción liberadora y salvadora de Dios revelada en Jesús? La parábola del tesoro, más clara que la mayoría de las parábolas, nos dice como experimentamos a Dios y lo que necesitamos hacer cuando este gran regalo nos envuelve.

Hay tres simples pasos en la parábola. Estas son encontrar, vender y comprar.

Encontrar es el común encuentro humano con algo o alguien. El encontrar toca el hambre más profunda en el corazón humano. Puede ser algo tan profundo como enamorarse, tener un hijo o perder a un ser querido. O puede ser un poquito más mundano como decidir ir a la universidad o volverse más activo en la parroquia o en la comunidad. Expresiones sin final para este encontrar llena nuestra jornada humana. Todas ellas, simples o profundas, son la acción de la gracia de Dios. Dios nunca termina con su llamado y su venida.

Para apoderarnos del regalo necesitamos vender. Necesitamos vaciarnos. Necesitamos hacer espacio. Necesitamos morir a nuestra comodidad y control. Necesitamos aceptar el hecho de que nuestro pequeño mundo necesita un cambio real. Al final, vender cuesta no menos que cualquier otra cosa.

Cuando aceptamos el desafío nos volvemos libres y empoderados para entrar en un nuevo mundo, una nueva realidad donde Dios toma un lugar de honor más prominente. Este es el comprar.
El proceso nunca termina. Todo lleva a una transformación personal y social. Esto se llama el reino del cielo en el Evangelio de San Mateo.

La parábola del tesoro con su simplicidad muestra como experimentamos a Dios en el curso normal de la vida diaria. Es una llamada sin final que viene de un Dios lleno de gracia para aprovechar el hambre sin final de nuestros incansables corazones. La última expresión del tesoro es Jesús.


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