La distorsión de la Fe

Maritain en el ateísmo práctico de muchos cristianos: “Ellos tienen en sus mentes los ajustes de la religión por el motivo de las apariencias o un espectáculo exterior…pero ellos niegan el Evangelio y desprecian al pobre, pasan a través de la tragedia de sus vidas solamente con resentimiento contra cualquier cosa que ponga en peligro sus intereses y temen por su propio prestigio y posesiones, contemplan sin echarse para atrás toda clase de injusticia si no amenaza su propia forma de vida. Solamente preocupados por el poder y el éxito, están poco ansiosos por tener medios externos de coerción que haga cumplir lo que ellos llaman de “orden moral” o bien van con el viento y están listos para cumplir con cualquier requerimiento de la asi llamada necesidad histórica. Ellos aguardan a los engañadores. Ellos están famélicos por la decepción porque en un principio ellos mismos están tratando de engañar a Dios.”

El Rango de la Razón
“Estas son palabras terribles y proféticas, y su luz elige con implacable verdad y detalle el verdadero rostro de lo que pasa por “Cristianidad”, y también con frecuencia trata de justificarse a sí mismo al apelar al “pasado Cristiano.”
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Material de Thomas Merton Conjeturas p. 245 



Mis comentarios:

A
Jaques Maritain, preeminente filósofo católico de Francia, fue una de las más influyentes voces en la iglesia antes del Concilio Vaticano II. De hecho, mucho de su pensamiento influenció este gran cambio histórico en la historia Católica.

Como dice Merton, las palabras son “terribles y proféticas.” Ellas exponen la superficialidad que con frecuencia pasa en el nombre de ser un “buen católico.”

Al dirigir esta situación la cual todavía es penetrante hoy en día, quiero recordar las propias palabras proféticas de Merton sobre la caridad Cristiana.

“Una tentación básica: el anticristiano rehusa categóricamente amar a aquellos que consideramos, por alguna razón u otra, indignos de amar aún por algunas razones muy triviales. No es que los odiemos por supuesto: sino que rehusamos aceptarlos en nuestros corazones, a tratarlos sin sospechas y a tratar con ellos sin reservas interiores. En una palabra, rechazamos a esos que no son agradables a nosotros.”
Conjeturas, p. 171


A la luz de esta amonestación sobre la caridad me siento más cómodo usando el término “superficialidad de la evangelización” en lugar de “ateísmo práctico.” Estos en realidad no han entendido las consecuencias personales de la Buena Nueva. Su encuentro con Jesús no ha alcanzado la profundidad suficiente para iluminar y transformar sus corazones. Por el otro lado, ellos han sido transformados por una cultura que está realmente muy lejos del poder conmovedor del Evangelio. Estamos juntos en algún lugar de esta línea entre la esclavitud cultural y el abrazo completo del Evangelio. Todos necesitamos estar totalmente energizados por la verdadera conclusión que es la total transformación en Cristo.

En mi experiencia personal, yo he tenido muchos problemas que inicialmente fueron más bien conflictuales pero eventualmente fueron una invitación para abrazar el llamado del Evangelio en una nueva profundidad. Este es el proceso de la evangelización.

El primer problema fue la situación racial en Estados Unidos. La asignación que me dieron de iniciación fue a la comunidad afro-americana que eventualmente capa tras capa destrozaba mi ceguera cultural y mi insensibilidad. La forma de avanzar era un dejar ir y una nueva apertura. Al final, era una invitación al Evangelio. Me permitió encontrar la transformación y el poder de purificación de la Buena Nueva. Extendió los horizontes de mi corazón.

Esta experiencia, a la vuelta, me liberó para buscar el llamado de la iglesia hacia la justicia y la paz con un entusiasmo nuevo y más intenso. De particular interés, fue la visión dolorosa que la prosperidad de los Estados Unidos en parte estaba construida sobre la pobreza de otras naciones.

A lo largo del camino, desafíos más profundos para mis prejuicios eventualmente surgieron en mi ceguera desenfrenada hacia la experiencia gay. En una forma más sutil, estaba despertando para confrontar mi sentido de superioridad sobre las mujeres. Esto especialmente desafió mi privilegio clerical.

Estas fueron las mayores expresiones de mi esclavitud por la cultura. El cambio en mi vida fue permitir que el Evangelio gradualmente se volviera la medida de la cultura antes de que la cultura fuera la medida del Evangelio.

Cada uno de estos conflictos fue una lucha y continua siendo una lucha a causa de las palabras “terribles y proféticas” de Maritain:

“Pero ellos niegan el Evangelio y desprecian a los pobres, pasan a través de la tragedia de sus tiempos solamente con resentimiento contra cualquier cosa que ponga en peligro sus intereses y temores por su propio prestigio y posesiones.”

Todo es un viaje y compartimos una búsqueda común. La evangelización es el proceso de toda una vida que siempre está fresca y siempre demanda de más entrega de nuestra parte. Nuestro progreso es continuamente parcial e incompleto. Siempre seremos confrontados por “el trigo y la cizaña” batallando en nuestros corazones. Teresa de Ávila lo pone más fuertemente: la historia de nuestras vidas es la historia de la misericordia de Dios.

Cuando la cultura domina al Evangelio, hay una fuerte tendencia a proteger los intereses de uno por un singular y fuerte desafío para los pecados de los demás. Esta es la compaña de los guerreros culturales. El aborto y los matrimonios gay se vuelven la medida final del Evangelio.

De regreso en la década de 1990 el Cardenal Bernadin de Chicago ofreció un firme pero amoroso desafío a este proceso selectivo – de desafiar los pecados de los demás. Él presentó una enseñanza de la “túnica sin costuras” que desafió todos los problemas desde el vientre hasta la tumba. Estos no incluían solamente a “los otros” sino nuestras propias negligencias del desafío del Evangelio para dirigir muchos problemas incómodos como el de la carrera de las armas nucleares y la pobreza mundial, inclusión para todas las orientaciones y manifestaciones de género, preocupación y compasión para los divorciados y mucho más.

El problema fundamental en la evangelización se está moviendo más allá de nuestros propios intereses, nuestra área de confort. En esta manera, creamos espacio para Jesús para iluminarnos y transformarnos. Nosotros, en cambio, estamos invitados para transformar la cultura en la luz del Evangelio.
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