Décimo tercer domingo del tiempo ordinario

El Evangelio de hoy concluye las enseñanzas de Jesús en su misión. Es claro que si vamos a caminar con Jesús, tenemos un precio que pagar. Sacrificio y sufrimiento son parte del viaje. Este es el camino hacia la vida y la libertad en el esquema del Evangelio. La ley de amor del Evangelio significa que las personas que se buscan solamente a ellas mismas están como obligadas para la ruina. Nuestra salvación se encuentra al movernos fuera de nosotros mismos en servicio y reconciliación con nuestro prójimo.

Me gusta reflexionar sobre nuestro encuentro con la voluntad de Dios con este ejemplo. Cada mañana nos despertamos con una notita de Dios aguardándonos en esta mesita imaginaria que está junto a nuestra cama. Es nuestra lista de “cosas para hacer hoy”. Las prioridades que encabezan la lista son las relaciones y las responsabilidades. Cada uno de nosotros en el viaje de la vida ha creado una red de amor y servicio. Esta es la expresión más clara de la voluntad de Dios para nosotros.

Las palabras aparentemente severas de hoy por parte de Jesús sobre la familia son simplemente una invitación para poner orden en todas las cosas. Cuando amamos a Dios primero, no solamente amamos más a nuestra familia, este amor es más desinteresado y dador de vida, libre de decepción e ilusión.


De igual manera, el discipulado de Jesús enriquece y expande nuestra visión del mundo. Nuestras responsabilidades diarias de trabajo, comunidad y sociedad se abren a nuevos horizontes cuando caminamos con Jesús. Estamos invitados a más allá de lo superficial, al lado de afuera de los angostos límites de de nuestro egoísmo. Estamos invitados a entrar en las profundidades de la vida donde nos encontramos con las maravillas del amor de Dios en el fluir ordinario de la vida.

Jesús lo hace claro. Necesitamos sacrificio y reflexión más profunda para transformar nuestras vidas con nuestras familias y nuestras responsabilidades profesionales. Este mismo esfuerzo de sacrificio se abre, según nos relacionamos con nuestros vecinos, como enfrentamos el desafío de un mundo que sufre la negligencia de nuestro indulgente estilo de vida. Nuestra cultura de consumo no tiene limites establecidos en nuestros deseos. Estamos a punto de destruir nuestro planeta. La voluntad de Dios es clara. ¡Ya es suficiente!

El Evangelio de hoy nos dice que aquellos que se buscan a sí mismos están en el camino de la autodestrucción. Nuestra relación con Dios, con nuestros seres queridos, con nuestra comunidad y con nuestro mundo solamente encuentra vida a través de darse uno mismo.

“Cualquiera que no toma su cruz y sigue mis pasos no es digno de mi. Todo aquel que busque la vida la perderá; cualquiera que pierda la vida por mi causa la encontrará.” Mateo 10: 38-39.

El Jesús de los Evangelios es claro. El camino hacia la vida es por medio del sacrificio, de autonegarse y de tomar nuestra cruz a diario. Nuestra grande y continua tentación es crear un nuevo Jesús a nuestra propia imagen que nos libere de la severidad de este claro mensaje.

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