Séptimo domingo del tiempo ordinario

MATEO 5: 38-48

Queridos amigos,Tengo un amigo que siempre anda en busca de un ciego, uno con una sola pierna o con un solo brazo. Para él, este será un buen creyente que acepta las consecuencias de su compromiso a la interpretación literal de la Biblia.


En el pasaje de hoy del Sermón en el Monte, Jesús usa un lenguaje profético y de impacto para sacar a sus oyentes y a nosotros del sentido común como vemos la realidad. Estos mandamientos severos no quieren decir que se van a seguir literalmente. Esto no reduce el desafío. Todavía son abrumadoras en sus demandas prácticas para nosotros. La mayoría del mal en el mundo viene de nuestra falla para vivir esta sabiduría práctica.

          Cuando miramos la vida de Jesús como una plenitud tenemos una noción clara de cuan radicales son los resultados de este mensaje para nosotros. En la Cruz, Jesús dijo, “Padre perdónalos.” (Lucas 23:34) Luego en la tarde de esa primera Pascua, Jesús dijo, “La Paz sea con ustedes” (Juan 20:20) a los defectuosos discípulos les muestra la profundidad de la misericordia en que nos sumerge. Sin embargo, también tenemos en la narración de Juan de la Pasión este incidente.  En el momento ante Anás y Caifás Jesús es bofeteado por un soldado. Jesús dice, “Si hay algo malo en lo que dije, demuestra en donde está. Pero si he hablado correctamente ¿por qué me golpeas? (Juan 18:23)

          En todos los Evangelios, Jesús está continuamente llamándonos a expandir los horizontes de nuestro amor. En el texto de hoy, el desafío es dirigir las represalias y amor de los enemigos: la raíz de mucha de la violencia y de todas las guerras. Aquí tenemos el punto más alto de esta tarea: evitar las represalias y amar a nuestros enemigos.

          Jesús revela que todos somos hijos e hijas de un Padre amoroso y misericordioso. Esta gran dignidad nos llama a compartir el amor del Padre por todos. La vida de Jesús, enseñanzas, Pasión, Muerte y Resurrección revela el camino para este amor transformador. Jesús expuso el amor del Padre como una realidad inequívoca. Él reveló a un Dios lleno de Gracia cuyo amor y misericordia no tiene límites. Estamos llamados a crecer en este gran misterio de amor en las huellas de Jesús.

          Estamos convocados a estar expandiendo siempre nuestra inclusión de “el otro” ya sea nuestro enemigo o las aparentes incontables formas en que tendemos a dividir y excluir en relaciones humanas ordinarias. En toda mi vida, he sido llamado a la conversión para incluir a las mujeres, a los protestantes, a los divorciados, a los afro americanos, inmigrantes, hispanos, gays, musulmanes y muchos más. De igual manera, hemos empezado a ver la exclusión de muchos del mundo a travez de las estructuras económicas injustas que esconden la gran injusticia y expande la pobreza del mundo. No hay un final a como el corazón humano crea división y separación. Jesús nos llama hoy para abrazar el viaje de inclusión, reconciliación y paz en especial para “nuestro enemigo”

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