Lucas 6:27-38
Queridos amigos. La selección del Evangelio de hoy ofrece más del desafiante mensaje de Lucas del Sermón de la Llanura. El pasaje no podría ser más exigente. Poner la otra mejilla, ofrecer también la túnica, no exigir el pago del préstamo y responder a una maldición con una bendición: todos estos mandamientos conducen a la posibilidad más improbable, amar a nuestro enemigo. Este mandamiento se pronuncia al principio y casi al final de este pasaje. En el medio hay una lista de acciones particulares que muestran concretamente cómo se puede expresar este amor.Hay dos maneras de acercarse a este difícil llamado de Jesús que no tienen nada que ver. Una es que no tomemos en serio la enseñanza como si fuera simplemente imposible de hacer. Esta es, con mucho, la práctica más común. La segunda es tomar la enseñanza literalmente, como si tuviéramos que responder específicamente de la misma manera en nuestra vida.
El tercer enfoque es factible, pero profundamente desafiante. Jesús está hablando en un lenguaje profético que no es literal, sino que aborda los engaños más profundos de nuestra falsa conciencia. Jesús está insistiendo en una actitud fundamental que es insensata en comparación con los estándares del mundo, pero que es un espejo de la actitud de Dios de misericordia ilimitada. Este sentido de la orientación solo tiene sentido cuando el objetivo está claro. Debemos esforzarnos por compartir la actitud de Dios hacia nuestros enemigos. Tenemos el ejemplo más claro y bello de Jesús en la cruz: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
Todos los ejemplos que Jesús da exigen una generosidad exorbitante. Se nos pide que no respondamos ante injurias, insultos y demandas irrazonables. No debemos tener ningún derecho de venganza, no importa cuán grosera sea la injusticia. La conclusión práctica de la lista de detalles de Jesús es una respuesta no violenta a las muchas expresiones personales de violencia y degradación de nuestros enemigos contra nosotros. En el corazón del programa de misericordia de Jesús está esto. No hay vida real, no hay verdadera y enriquecedora satisfacción en la venganza. Sólo un amor perdonador y misericordioso puede llevarnos a la experiencia más auténtica de la vida.
A primera vista, las acciones que Jesús establece para nosotros no tienen sentido. Este es el caso siempre que Jesús opera a partir de la manera profética de hablar.
Jesús lo dice en sus palabras: "Serán hijos del Altísimo, que es bondadoso con los ingratos y los malvados. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso". (Lucas 6:35)
Este acercamiento de Jesús nos llama a esta actitud de misericordia. Las demandas específicas no son reglas de comportamiento. Su objetivo es desarrollar un enfoque general de la vida que evite juzgar a los demás, que esté abierto al perdón y que sea generoso en el amor. Jesús nos llama a expandir los estrechos horizontes de nuestro corazón para que seamos el vaso de la misericordia y del perdón para todos y, en particular, para nuestros enemigos.
No somos capaces de amar a nuestros enemigos con la misma calidez y profundidad de sentimientos que tenemos por nuestros seres queridos. Sin embargo, podemos bendecirlos y rezar por ellos. Las palabras del Padre Nuestro sobre el perdón nos dicen una verdad tan comúnmente olvidada. Nuestra falta de perdón cierra nuestro corazón a la misericordia de Dios para con nosotros.
No importa cómo nuestros enemigos nos insulten, maltraten o hieran, estamos llamados a buscar lo que es bueno para ellos, incluso en medio de su continua hostilidad hacia nosotros.
En los versículos 33 al 35, Jesús nos pide que vayamos más allá de lo ordinario. Estamos llamados a dar un paso más. La medida de nuestra conducta es un llamado a superar nuestra cultura y las normas prácticas de nuestra sociedad. La aparente tontería de amar a nuestros enemigos solo es posible cuando imitamos a nuestro Dios amoroso y misericordioso. Dios ama al pecador y al santo. La vida y las enseñanzas de Jesús son un llamado para que entremos en este amor divino universal. Hoy Jesús nos invita a algunas actitudes muy concretas que debemos asumir. "Amad a vuestros enemigos y haced el bien a ellos, y prestad sin esperar nada a cambio; entonces vuestra recompensa será grande y seréis hijos del Altísimo, porque él mismo es bondadoso con los ingratos y los impíos". (Lucas 6:34-35)