En el campo de batalla que es el corazón humano, más temprano que tarde, nuestros esfuerzos de profunda oración personal nos hacen conscientes del costo inherente a comenzar la búsqueda de Dios. Esta exploración es a la vez seria y verdaderamente desafiante.
Al mismo tiempo, el movimiento de la gracia de Dios, como un susurro silencioso en lo más profundo de nuestro corazón, nos invita a encontrar la realidad del amor que es Dios. No importa cuán suave, no importa cuán gentil, este llamado al amor por parte de un Dios paciente pero inflexible, no desaparecerá. A menudo, esta voz de Dios se eleva a un punto de claridad solo en el dolor y la angustia o incluso en los escombros de la vida.
Esta es la condición problemática del corazón humano en su búsqueda más auténtica de lo que es real. La lucha central es entre uno mismo como el punto de énfasis o Dios como el foco central. La oración personal profunda nos lleva a la elección que promete la vida, la libertad y todo tipo de amor que Dios revela en Jesucristo.
Sólo en la fidelidad a esta búsqueda de nuestra verdad más profunda aprendemos que Dios es nuestro socio en la aventura humana. Del mismo modo, es la compasión amorosa de Dios la que nos persigue en cada momento de nuestra vida. Dios se deleita en amarnos con un amor eterno y apasionado. Este Sabueso del Cielo nos abraza tal como somos en todo nuestro quebrantamiento y ambiciones equivocadas de grandiosidad.
Para la mayoría de nosotros, la mayor parte del tiempo, el amor por Dios sigue siendo una pequeña chispa oculta que anhela convertirse en una llama consumidora. Sin embargo, nuestra continua búsqueda de la felicidad en los lugares equivocados nos oscurece o incluso nos ciega a este tesoro divino. La mayoría de las veces, acudimos a Dios solo cuando necesitamos ayuda en nuestra agenda para buscar lo que creemos que necesitamos para ser felices. Nuestra relación con Dios tiene que ver principalmente con nuestro programa autopercibido. Esta es la base de nuestra frustración en la vida. Este desvío es una barrera para una vida de profunda oración personal. Este es el ajuste que necesitamos: quitar el foco de atención de nosotros mismos y ponerlo en Dios. Este es el objetivo de la oración personal profunda.