TERESA Y EL PURGATORIO-III

El clásico de Teresa de Ávila, El castillo interior, trata sobre la purificación y la transformación en la peregrinación a Dios. Tiene una extraña similitud con el papel del purgatorio en nuestra salvación. Las siguientes cinco reflexiones buscan desarrollar algunos elementos positivos a este respecto. En resumen, es nuestra invitación a una espiritualidad más profunda y productiva.


TERCERA PARTE

Oración y vida junto con vida y oración
La vida está donde está Dios

Gran parte de nuestra espiritualidad está arraigada en una visión distorsionada de que Dios está más aquí y menos allá y no en absoluto en otro lugar. El hecho es que el fundamento de cualquier espiritualidad encarnada fiel e integrada debe ver que Dios es el fundamento de nuestro ser. Todas las criaturas existen debido a esta presencia. La distorsión es cuando separamos a Dios de sus criaturas en nuestra espiritualidad dividida y aislada.


Dios no está menos presente con la familia en la mesa de la cocina el domingo por la tarde que en la misa del domingo por la mañana. Dios está tan presente para el recolector de basura que sirve a la comunidad o para el drogadicto que lucha o para la monja en su convento contemplativo. Para cada uno de estos individuos, y para nosotros, el problema principal es nuestra conciencia de la presencia de Dios. Este es el mensaje de Teresa sobre la importancia absoluta de la oración. Necesitamos una oración personal profunda para expandir nuestra conciencia de la presencia amorosa y salvadora de Dios en toda la vida. Usamos los momentos sagrados de oración, retiros, sacramentos y apertura a la vida, para crecer en esa conciencia.


Teresa habla alto y claro sobre la importancia absoluta de la oración. Sin oración, no hay progreso en la búsqueda de Dios. La distorsión más común de sus enseñanzas a lo largo de los siglos ha sido aislar este énfasis en la oración lejos de la vida. La vida está donde Dios está. Es por eso que podemos decir que la vida es la gracia más grande. Los momentos especiales de oración y espacio sagrado, los tiempos reservados para los sacramentos, el retiro y la reflexión son verdaderamente importantes. Nos llevan a una conciencia de lo que ya es. La mayoría de las veces, sin embargo, en el flujo ordinario de las cosas, no nos damos cuenta de que estamos en la presencia de Dios.


La oración fluye de la realidad humana más profunda, Dios dentro de nosotros. En este terreno oculto de amor, Dios siempre está tomando la iniciativa. Dios nunca deja de llamarnos a la verdadera vida. Aquí hay un punto crítico. La oración es una respuesta secundaria a esta invitación de Dios. La vida es la primera respuesta. Nuestra experiencia sólo es posible gracias a la presencia amorosa de Dios. La vida es la gracia más grande debido a esta unión divina. La oración nos abre a lo que ya es: nuestra relación con Dios llamándonos a casa. La oración es la luz que guía a Dios en nuestro centro. En este contexto, la oración nos ayuda a comprender y responder a nuestra experiencia inicial de Dios en nuestra realidad vivida. En el marco de El Castillo Interior, la oración nos lleva a la acción purificadora y transformadora de Dios en la vida.


Mientras Dios está en todas partes, solo tenemos una opción para experimentar esa presencia. Está en nuestra vida. Nuestra tarea es buscar la fidelidad, integridad y honestidad para vivir con una creciente conciencia y compromiso con la presencia de Dios. Esto es siempre una llamada a una vida más profunda en el misterio del amor. Este encuentro con Dios siempre nos llevará a la purificación y transformación que tanto necesitamos para alcanzar nuestro destino final.


El encuentro con Dios tiene lugar dentro de nosotros. Luego nos movemos hacia afuera hacia nuestros hermanos y hermanas. Poco a poco aprendemos que todo es gracia. Nos alejamos de la separación y la división hacia la inclusión del mensaje de Cristo. Entre las muchas historias de inclusión en los Evangelios, tres ejemplos maravillosos son el Buen Samaritano, la mujer en el pozo y la curación de los leprosos. Todos celebran a los marginados que son invitados a la comunidad. Eventualmente, nos abrimos a nuestra responsabilidad de transformar este mundo de acuerdo con el plan de Dios para el reino de justicia y paz, donde construimos puentes, no muros.

Toda la vida fluye de Dios

A menudo escuchamos que sólo Dios importa. Esto resulta irreal y niega la vida. No lo es. Necesitamos darnos cuenta de que todo lo que es bueno, hermoso y vivificante en nuestras relaciones y en nuestras responsabilidades tiene una fuente especial. Estas personas revelan el amor más profundo en nuestro corazón. Esta conexión con nuestros seres queridos es poderosa y significativa porque se origina en Dios. Apreciamos su bondad y belleza en última instancia porque es un reflejo de la presencia de Dios. Ver crecer a los niños o la muerte pacífica de un padre o abuelo sufriente simplemente expone la realidad de la presencia de Dios en la vida. Es un poco más remoto con la celebración del éxito de un niño en la escuela o la primera cita de un adolescente. El hecho es que el espectro total de nuestras experiencias emerge de la presencia sagrada de un Dios amoroso y misericordioso.


Toda experiencia de amor en nuestra vida se origina en Dios. Aquí es donde obtiene su poder para ser real para nosotros. El amor sigue siendo el más profundo de todos los misterios humanos porque fluye del misterio de Dios. Sin embargo, debido a que somos pecadores, la mayoría de los encuentros humanos con el amor son limitados y deficientes. El camino evangélico con Jesús es nuestra invitación al proceso purificador y transformador para hacer que este amor sea cada vez más desinteresado. La oración personal profunda nos ayuda más que cualquier otra cosa en este viaje con Jesús.

El mensaje de cada mañana

Como verdadero discípulo de Teresa, he creado este pequeño ejemplo para mostrar la necesidad de integrar la oración y la vida. También destaca otro elemento importante de su mensaje: la centralidad de buscar la voluntad de Dios.


Imagínate esta escena: cuando te despiertas por la mañana hay una mesa muy especial al lado de tu cama. Solo tú puedes verlo. Cada mañana Dios tiene un mensaje para ti. Él enumera sus relaciones y responsabilidades. Él establece una lista de "cosas por hacer" que le permitirá traer un poco más de amor a todos los incluidos en sus relaciones y responsabilidades. Del mismo modo, Dios continuará empujándote a permanecer abierto a nuevos horizontes y posibilidades en la experiencia de hoy. Sin embargo, en toda esta maravillosa transacción, usted será capaz de leer el contenido sólo con la ayuda de la oración personal profunda en su vida. A través de esta oración que conduce al amor en la vida, la gracia purificadora y transformadora de Dios te hará una nueva persona
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