NUESTRA IMAGEN DE DIOS-I

PASAJE AL AMOR 
PARTE I 


Cuando yo era joven, era mi costumbre, y la de muchos otros también, hacer la señal de la cruz cada vez que me tocaba batear en el juego de baseball. Hoy parece que los jugadores apuntan hacia el cielo cuando dan un golpe importante o marcan un jonrón. Ellos parecen decirle a Dios que Dios lo hizo bien esta vez. Estas son solo unas de las muchas veces que la gente agradece a Dios por sus éxitos o por otras expresiones de ayuda especial. Mi pregunta para estas ocasiones es, ¿Cuál es la imagen de Dios en estos eventos? ¿Cómo esta imagen de Dios, como el Gran Benefactor, encaja en los oponentes que son las víctimas del éxito de otros?

Una imagen muy clara para mí de las muchas celebraciones en todos los aspectos de la vida es esta: Dios está en el cielo esperando para hacer lo que necesitamos para ser felices de acuerdo a nuestros términos. Dios es nuestro sirviente con grandes recursos esperando que nosotros seamos suficientemente determinados en nuestras peticiones.

Por supuesto, tal imagen de Dios deja a Dios ausente de una gran cantidad de cosas de nuestra experiencia que fluye desde el lado oscuro de la vida. Esto incluye las enfermedades, la injusticia, el prejuicio, y la muerte solo por nombrar algunos puntos de interés.

No se necesita mucha reflexión para ver que nuestra imagen de Dios es muy importante para nuestra vida de fe y muy compleja y difícil para entenderla verdaderamente.

En las siguientes secciones voy a ofrecer más reflexiones sobre la imagen de Dios tal como se encuentra en las escrituras hebreas y en el Nuevo Testamento.

En la Biblia hay numerosas imágenes de Dios. Al principio tenemos a Dios sacando a la pareja del Jardín del Edén. Luego tenemos a Dios destruyendo el mundo con la excepción de Noé y su familia. Después tenemos el horror de Abraham llamado a sacrificar a su hijo Isaac, el heredero de la promesa. En el Éxodo tenemos a los miles de infieles muertos a causa de las serpientes.

Se puede continuar con la devastación del reino del norte y el exilio a Babilonia seguido por los siglos de opresión a otras dinastías. Hay muchísimo más en esta vena. La lectura selectiva de la Biblia retrata una imagen del Dios de la ira, juicio y devastación.

En el otro extremo tenemos a un Dios de compasión y preocupación que hace la promesa a Abraham, que oye el llanto de su pueblo y guía a los abandonados a loa tierra prometida. En el salmo 54 tenemos una imagen de un Dios de extrema ternura que colecta nuestra lágrimas y las colecta en su odre. Ahí en Isaías 40-55, donde tenemos a un Dios que lleva a los exiliados de regreso a su tierra en un gesto de compasión y benevolencia. En Ezequiel, tenemos la bella historia de esperanza en los “huesos secos.”

Sabemos que la Biblia es la historia de la experiencia que de Dios tiene la familia de Abraham por dos mil años. En esta historia hay un proceso de madurez de su comprensión de Dios. Con el paso de los siglos la imagen de Dios desarrolla una profundidad de complejidad que aplasta cualquier visión egoísta que totalmente distorsiona el misterio que es Dios. 

I
Conforme maduramos espiritualmente, lentamente aprendemos que no ganamos el amor de Dios por nuestro buen comportamiento. Sin embargo, es fácil ver como esta mentalidad se puede adquirir al leer la Biblia. De igual manera, en este enfoque, fácilmente podemos crear una imagen de Dios como un Dios de cambios de humor entre la gracia y la cólera. Vemos a Dios mirando por encima de nuestros hombros. Dios es visto como aquel que se preocupa por cada movimiento que hacemos. Como los pueblos en el Antiguo Testamento evolucionaron en su imagen de Dios, nuestra experiencia es similar. Nuestra experiencia personal de Dios involucra un crecimiento constante en la transformación y el refinamiento de nuestra forma personal de ver a Dios. Estamos siendo llamados a entrar en el misterio del amor. Entre más auténtica sea nuestra imagen de Dios, más fácil será nuestro viaje.

II
En Deuteronomio 30: 15-20 tenemos una expresión de esta imagen madura de Dios. En la exhortación se nos da la responsabilidad. “Hoy pongo ante ustedes, la vida y la prosperidad, la muerte y la perdición. Si ustedes obedecen los mandamientos del Señor…vivirán y serán numerosos…sin embargo, si vuelven sus corazones…ciertamente perecerán.” (Deuteronomio 30: 15-18)

Una sección más amplia de la Biblia continúa este tema de la recompensa y el castigo. Hay consecuencias para el comportamiento humano. Tenemos una elección. No estamos más tratando con un Dios títere que tiene todas las cuerdas de la vida y es arbitrario y caprichoso. Ahora nosotros, como adultos responsables, estamos llamados a entrar en el proceso.

Esta imagen de Dios de sanciones morales nos inclina para suponer que ganamos el amor de Dios por nuestras buenas andanzas, que somos bendecidos por nuestro comportamiento virtuoso. La vida se vuelve una compensación, nuestro buen comportamiento para la paz y la prosperidad. Esta actitud lleva a la distorsión del Evangelio de la Prosperidad.

El Dios del Deuteronomio nos deja con toda clase de preguntas. El Libro de Job señala estas contradicciones. El mal es una dura realidad en toda la experiencia humana. Esta imagen de Dios ofrece poco alivio en las tragedias de la vida.
Compartir: