LA PREGUNTA DE JESÚS-3


Esta es una entrega más de una serie de reflexiones que buscan animarnos a entender y responder a la pregunta fundamental de Jesús en los Evangelios: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? (Marcos 8: 29)

Supimos de Jesús primeramente por medio de los Evangelios. En esta búsqueda, es importante que tengamos una idea clara de lo que es un Evangelio. No es una historia de la vida de Jesús ni un resumen de sus enseñanzas. Es una presentación de las actividades de Jesús, sus enseñanzas, y más que todo, su persona. El evangelio individual es una invitación para tener un encuentro en fe con Jesús así como lo hicieron los discípulos. Estamos invitados a caminar las calles polvosas de Galilea con él conforme enseñó y sanó y llamó a sus seguidores. Estamos llamados a escuchar una proclamación fresca de la Buena Nueva. Estamos invitados a aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

Un segundo punto que ayuda a esta pregunta de Jesús es una comprensión de la mentalidad del pueblo judío en el tiempo que Jesús empezó su vida pública. Los primeros discípulos participaron en una visión común de la realidad cuando recién conocieron a Jesús. Ellos vieron la realidad bajo el dominio de los demonios guiados por satanás, algunas veces llamado belcebú. No estaba demasiado lejos de nuestra propia visión con respecto al covid-19 apartado del poder de la ciencia moderna como un disuasivo.

Para los judíos del tiempo de Jesús, la salvación era vista como liberación de la experiencia colectora del control demoniaco sobre sus vidas. La gente vio este control demoniaco en la mayor parte de las áreas de la vida. Esto incluía el poder de las tormentas y otros elementos destructivos de la naturaleza. La potencia de las enfermedades que atacaban el cuerpo, la mente y el espíritu eran probablemente los ejemplos más temidos del dominio demoniaco. La gente vio la cura física y el exorcismo como la misma liberación del control demoniaco. El imperio romano y sus costosas restricciones a la libertad judía en lo político y lo económico era de igual manera una manifestación del mal enraizado en el poder de satanás. Estos elementos eran experimentados como la expresión del poder controlador de satanás y sus subordinados. Todo se vino abajo en un inflexible dominio de la vida humana. La salvación era vista como libertad de esta autoridad demoniaca.

La actividad de Jesús en el inicio de su ministerio fue visto como un claro ataque frontal a esta presencia destructiva de los demonios. “Ellos le traían a todos los enfermos o poseídos por los demonios. Todo el pueblo estaba reunido en la puerta. Él sanó a muchos que estaban enfermos de varias enfermedades, y sacó muchos demonios y no les permitía que hablaran porque ellos lo conocían.” (Marcos 1: 32-34)
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