Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 4: 12-23 


Estimados amigos.

El Evangelio de hoy tiene la bíblica, frecuente y muy común experiencia humana. La llamada es una de las formas básicas que todos experimentamos a Dios. El patrón es un sentido vago de la promesa de un mejor futuro con la demanda de dejar ir que tiende a ser muy específica y concreta.

Me gustaría compartir una experiencia personal. Cuando estaba en el séptimo grado, cometí un error al firmar una tarjeta diciendo a un Director de vocaciones Carmelitas que una vez pensé en ser sacerdote. Me arrepentí rápidamente y lo superé pero él me acosó por el siguiente año y medio tratando de convencerme de ir a un seminario localizado a quinientas millas de distancia en las Cataratas de Niágara. Mi elección era el futbol y una conciencia creciente de cuan interesantes se estaban volviendo las señoritas.

Muy poco sabía también que tan rápido iría y vendría el fútbol universitario. En mis primeros tres años ganamos el campeonato de la ciudad. En mi año final fui cuarto trasero y co-capitán en el primer equipo durante cuatro años solo para perder el campeonato de la ciudad.

Lo tomé con mucho dolor. Mi mundo estaba aplastado y yo estaba realmente muy dolido. Poquito sabía yo que estaba siendo llamado a entrar en el juego de Jesús en el ganamos al perder.

Yo estaba confundido y tenía que tomar una decisión acerca de la universidad, tenía varias becas y con el prospecto de muchas más pero ninguna me interesaba básicamente.

Finalmente, un día que recuerdo muy claramente (08-feb-1954) iba caminando de la escuela a mi casa y de repente estaba frente a la puerta de mi parroquia. Me llegó un pensamiento. Iré a Niagara. Con esa decisión la paz empezó un lento ascenso en mi corazón las semanas siguientes.

Yo estaba enfrentando un cambio real pero estaba listo para las consecuencias de la decisión que de alguna manera aún era vaga. Lo que no era vago fue que había redescubierto un sentido de propósito en mi vida. Durante toda una vida de reflexión pocas cosas se habían vuelto más claras sobre esa tarde del mes de febrero:

  • Estaba tomando una decisión para ir a un lugar, Niagara, el seminario, más tarde me enfocaría mucho más en la idea de ser sacerdote y un Carmelita.
  • Ahora en mis años finales, estoy más presionado para identificar cualquier decisión que ha sido más influyente en mi vida.
  • Solamente con el paso de muchos años las consecuencias de esta primera respuesta al llamado se materializó junto con otras incontables respuestas a la continua llamada de un Dios que nos toma de donde estamos y es muy paciente con nosotros.
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