Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 17, 11-19 


Estimados amigos,

Las primeras palabras del pasaje de hoy son: “De camino a Jerusalén Jesús pasaba por los confines entre Samaria y Galilea” (Lucas 17: 11). Hemos estado con Jesús por quince semanas en este viaje a Jerusalén y tenemos tres más para ir. Ha sido un tiempo de aprendizaje de cómo ser un verdadero discípulo.

Cuando empezó el viaje a Jerusalén, los samaritanos le negaron a Jesús pasar por medio de su territorio. Santiago y Juan respondieron sugiriendo que podrían pedir que bajara fuego del cielo. Jesús tuvo una mejor idea. Su respuesta no violenta llevó a la inclusión de dos samaritanos en las historias de salvación: el Buen Samaritano y la Samaritana de hoy que está llena de fe y de agradecimiento, limpiada de la lepra y recipiente de salvación. Estos dos individuos encajan en el tema de inclusión de Lucas que fluye de la dimensión universal del mensaje de Jesús. Ambos incidentes resaltan a los samaritanos, los odiados enemigos de los judíos. De igual manera, ambas historias más bien rompen las barreras de salvación. Todos estamos incluidos en las enseñanzas y prácticas de Jesús sobre el Reino.

La mayoría de historias del Evangelio son más profundas y desafiantes de lo que parecen superficialmente. La historia de hoy de los diez leprosos es un buen ejemplo. Mientras incluye la expansión universal de la salvación, es al mismo tiempo una lección muy obvia de gratitud. Es de mucha ayuda para entender el pasado. Cualquier persona con una enfermedad en la piel era considerada como leprosa. Esto, por supuesto, incluía a aquellos que verdaderamente padecían lepra que es muy contagiosa y mortal. Sin embargo, también incluía muchas enfermedades menores de la piel. Los leprosos siempre fueron completamente aislados y no podían acercarse a 50 yardas de cualquier persona, incluyendo a sus seres queridos. Ellos no tenían participación en la vida social de la comunidad y eran totalmente dependientes de la generosidad de los demás para todas sus necesidades.

De manera que, cuando Jesús los sanó, fue una gran cosa. Pero luego la trama se complica. La Samaritana regresa. “Y uno de ellos, dándose cuenta de que había sido sanado, regresó glorificando a Dios en alta voz, y cayó a los pies de Jesús y le agradeció” (Lucas 17: 15-16) Es fácil entender la increíble libertad que sintieron los otros nueve leprosos. Ellos podían ahora estar con sus seres queridos. Ahora, ellos podían participar en la vida de la comunidad. No es difícil entender cómo ellos podrían estar distraídos y olvidadizos.

Tan importante como la lección de gratitud es, que Lucas tenía un mensaje más profundo para nosotros en la persona del samaritano. Él se da cuenta que la sanación va más allá de los componentes físico y social de la recuperación. Para el samaritano agradecido, es un encuentro con un Dios salvador y amoroso. Él pudo ver en Jesús no solamente a alguien que resolvió sus problemas físicos y materiales sino a alguien que podía satisfacer el hambre fundamental del corazón humano para una felicidad y libertad que va más allá de la maravilla física de la sanación aun con todos sus maravillosos beneficios. El Samaritano mantuvo sus ojos en Jesús y aceptó la profunda sanación que necesitaba. Así que Jesús pudo decir, “Levántate y vete; tu fe te ha salvado.” (Lucas 17: 19).
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