¡Aleluya, Ha Resucitado!


En el Evangelio de San Mateo, la Resurrección no es como un final de película de Hollywood. No es una garantía de que todos los problemas se terminaron. No es una solución fácil para las interminables cargas de los interminables e incesantes encuentros de la vida con el pecado, la injusticia, la enfermedad, el envejecimiento y aun la muerte.

Lo que es la Resurrección, sin embargo, es otro trazo glorioso en el retrato de un Dios amoroso que empezó con la descripción de Emmanuel, Dios con nosotros, en el capítulo uno (Mateo 1: 23) En todo el Evangelio de Mateo vemos la creciente exposición de un Dios de amor y vida: Emmanuel. El Evangelio completo es de una sola pieza.

Así, en la pasión, tenemos en un solo nivel un retrato de Jesús como víctima de la injusticia y el odio y el rechazo. En otro nivel tenemos un tema adyacente del plan de amor de Dios que funciona en lugar de la aparente victoria del mal. En el Huerto, Jesús ora que pase este cáliz pero la voluntad del Padre es clara. En la cruz, la Escritura revela que este sufrimiento era parte del plan final de Dios para dejar establecida la verdadera naturaleza del Mesías. Aquí está nuestro Dios que comparte nuestro dolor y nuestra pérdida. Aquí está nuestro Dios que comparte la perversión de nuestro sufrimiento en este valle de lágrimas. Aquí está nuestro Dios que entra en lo más profundo de nuestra última angustia, la muerte.

Esta es la respuesta de Dios a la siempre recurrente pregunta humana, ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Dónde está Dios durante la crueldad de la guerra o la devastación causada por la naturaleza o la muerte de nuestros niños y la pérdida de nuestra juventud a causa de las drogas o el penetrante dolor que causa ver personas con Alzheimer y la interminable letanía de otras cosas imponderables durante nuestro viaje?

Pero la historia continúa, solamente para abrir la expresión final y verdadera de nuestra realidad. Esta es la revelación de la vida libre de todas las consecuencias de nuestras fallas en el Jardín del Edén. Esta es la palabra final de nuestro Dios amoroso: la vida gana, amor es la última palabra.

Este Evangelio completo está tejido junto con la develación de Emmanuel (Dios con nosotros). Este Evangelio es una revelación de amor sin límites ni condiciones. Este mensaje de la Buena Nueva proclama la palabra final de Dios. No es enfermedad o sufrimiento. No es división ni violencia. Es reconciliación y paz. Es perdón y amor. Es la plenitud de la verdad y la invitación final a la vida y al amor. Emmanuel.

Nuestro desafío es darnos cuenta que esto no es solo información para saber sino un profundo y fascinante misterio que solamente es abierto a nosotros por medio de una aceptación en fe de Cristo Crucificado y Cristo Resucitado. Nuestra entrada en este misterio de amor y vida empieza cuando luchamos por encontrar dirección y significado en nuestra vida al aceptar el mensaje de Mateo de Emmanuel. Este mensaje nos lleva a la gran verdad de la pascua: ¡Aleluya, Ha Resucitado!
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