Decimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario



MARCOS 4: 35-41

(Aunque estamos celebrando la fiesta de Juan el Bautista, sigo reflexionando el Evangelio de San Marcos para este día)

Queridos amigos,
Las primeras palabras de Jesús en el Evangelio de Marcos son: “El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en la Buena Nueva” (Marcos 1: 15)

Jesús procedió a enseñar, a llamar a los discípulos y a sanar. Todas estas acciones son expresiones del reino. Todas ellas nos llevan a la pregunta de quien es esta persona, Jesús.
En nuestras propias vidas todos nos acercamos a Jesús al principio como alguien que nos ayuda, alguien que resuelve nuestros problemas y alguien que, en verdad, nos sanará.

En la historia de hoy de Marcos, Jesús está dirigiendo a los discipulos a una experiencia y un desafío más profundos. Él está con ellos en la tormenta. La tormenta es un símbolo de vulnerabilidad de la vida. Reune todo lo que es frágil y amenazador sobre nuestra experiencia diaria. Expone la profunda y penetrante verdad que como criaturas, la seguridad de la vida está ultimadamente fuera de nuestro control.


Los discípulos no están pidiendo realmente que Jesús pare la tormenta. Ellos simplemente quieren que Él comparta el temor y ansiedad que ellos experimentan y que tal vez les ayude a sacar un poco de agua del bote.

Jesús tiene una agenda diferente: “’Cállate, cálmate’. Y el viento se apaciguó y siguió una gran calma.” (Marcos 4: 39)

Esta es la primera de cuatro historias en Marcos donde Jesús muestra su poder sobre los poderes demoniacos. El agua fuera de control con frecuencia es usada en imágenes de caos en las escrituras de la Biblia. El lenguaje de comando y reprensión es similar a las palabras cuando Jesús saca al demonio en el hombre de Cafarnaum. (Marcos 1: 25) esto sugiere que ultimadamente detrás del poder destructivo de la tormenta están los poderes demoniacos.

Jesús está expresando la parte más importante de su misión: la victoria del bien sobre el mal. La expesión final de esta victoria será la conquista de la vida sobre la muerte en el Calvario. Ahora, Jesús continua develando el plan de Dios, el reino. Los discípulos están invitados a reconocer este poder divino. Ellos son llamados a la fe.

Las tormentas de la vida no están menos presentes en nuestra experiencia diaria. La tragedia personal y la enfermedad, una economía que continuamente está chupando los pocos recursos de los pobres, una nación que no es capaz de responder a la humanidad básica de los inmigrantes, y muchas otras expresiones del mal ganando sobre el bien, el prejuicio sobre la verdad, la injusticia sobre la justicia. Las tormentas continuan. Jesús nos llama a la fe justo como hizo con los discípulos en el bote. Él todavía está con nosotros en su victoria sobre el mal. Necesitamos creer y confiar.
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