Quinto Domingo de Pascua

JUAN 15: 1-8

Queridos amigos.
Una parte importante del Evangelio de San Juan es la declaración de “Yo soy…” Estos son pronunciamientos de que Jesús es el Pan de Vida, el Agua Viva, la Luz del Mundo, la Puerta, el Buen Pastor, el Camino, la Verdad y la Vida y finalmente el mensaje del Evangelio de hoy, la Vid. Todas estas declaraciones tinen dos características en común. Primero están enraizadas en las enseñanzas del Antiguo Testamento. Segundo, muestran cuan importantes son las instituciones del Judaísmo que están siendo reemplazadas en Jesús. Él es ahora la fuente de la revelación final de Dios. Jesús es el punto privilegiado de encuentro con Dios para toda la humanidad.

El testimonio de Jesús como la Vid es el centro de toda la fe verdadera. Necesitamos ser insertados en la vid para recibir la nueva vida que Jesús está trayendo al mundo. Por nosotros mismos somos impotentes y estamos perdidos. Necesitamos estar unidos a la vid. Tambien necesitamos ser purificados de todo lo que bloquea el crecimiento de Jesús en nuestro corazón.

La vida cristiana no es solamente una posibilidad real para nosotros. Es el deseo más urgente de Dios de que estemos unidos a Jesús. No estamos solos. Somos los sarmientos de la vid. Estamos asegurados para ser la fuente siempre presente de la gracia de Dios para ayudarnos a ser responsables por los demás. El centro del asunto es permanecer en Jesús y vivir sus enseñanzas. Sin esta unión a la vid, no hay fruto, todo es futil.

La nueva vida de la pascua inicia cuando empezamos a vivir de acuerdo con el mensaje de Jesús. El porder del amor surge en nosotros para producir el nuevo fruto del Reino de Dios.

Lo que sucede en la vid es que Jesús nutre la nueva vida en nosotros. Esta nueva vida nos empodera para ser testigos y ministros que transformen el mundo. El poder del Evangelio siempre está basado en la conexión a la vid. Todos los ministros del Evangelio, en verdad todos los Cristianos, son llamados a estar en constante relación con la nueva vida que viene de la vid. La oración, el sacrificio y el servicio se necesitan para mantener la conexión con Jesús. Solamente Jesús, como la fuente de vida en la vid, puede ultimadamente producir el buen fruto que es la nueva realidad que fluye del amor.

La vid es el rico símbolo para el enlace que Jesús vino a establecer entre Dios y todos los pueblos y toda la creación.

El mensaje de pascua de nueva vida claramente se refiere a la vida después de la muerte. Es igualmente como una declaración de nueva vida en el presente. Cuando no hay amor, ahí está Dios. La vid, que es Jesús, es la fuente de este amor. Cuando permanecemos aliados con Jesús, cuando nosotros caminamos con Jesús, el fluido de la vida se convierte en amor. Nosotros somos testigos de este amor y sirvientes de este amor para todos. Este es el Aleluya de la Pascua produciendo la nueva realidad de la esperanza cristiana. Es el reino tomando carne a nuestro servicio y reconciliación. Como pueblo del Aleluya, somos testigos de la nueva vida del Cristo Resucitado cuando engendramos el buen fruto de la nueva vida en el amor.
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