EL CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mateo 5:1-12

Estimados amigos, Hoy, en este Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario, tenemos el primero de cinco domingos en los que seremos invitados al Sermón del Monte. Estos tres capítulos (5-7) en Mateo son un resumen del mensaje del Evangelio. El pasaje de hoy sobre las Bienaventuranzas es un resumen del Sermón de la Montaña.

Las Bienaventuranzas no son leyes. Son una llamada al misterio de Jesús. Él es el que es verdaderamente bendecido. Las Bienaventuranzas son una revelación de la profundidad y amplitud del misterio de amor que es Jesucristo.

Thomas Merton tiene una hermosa definición de la oración. Él dice: "La oración es anhelar estar en la presencia de Dios, una comprensión personal de la Palabra de Dios, el conocimiento de la voluntad de Dios y la capacidad de escucharla y obedecerla".

Las Bienaventuranzas son una descripción de Jesús. Son una invitación a cruzar el umbral hacia el misterio de Dios. Son un llamado a meditar en la Palabra que es Jesús. Esto nos lleva a abrazar la voluntad de Dios. El siguiente paso para nosotros es traducir esta nueva sabiduría en acción. Esto es exactamente lo que Merton está describiendo en su definición de oración. La oración está conectada para siempre a la vida.

Me gustaría usar un breve ejemplo de esta sabiduría del mundo evangélico de las Bienaventuranzas, donde los primeros son los últimos y necesitamos perder nuestra vida para salvarla.

Jesús dice: "Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados". (Mt 5:4) Esto, como todas las Bienaventuranzas, rompe nuestra percepción de sentido común de la realidad. El luto y ser consolado simplemente no encajan en nuestra búsqueda ordinaria de la felicidad.

Una mirada más profunda al duelo que Jesús está proclamando comienza a arrojar luz sobre la realidad. Para Jesús, la muerte es verdaderamente parte de la vida. La muerte es parte de un pasaje a una nueva vida que siempre ha sido parte del plan de Dios para cada uno de nosotros.

¿Por qué lloramos? La razón por la que lloramos es porque amamos. Sin amor no hay necesidad de llorar. Jesús nos enseña que al final, el amor vencerá. Todas nuestras pérdidas están en transición cuando caminamos con Jesús. Él nos invita a un camino, una vida y una verdad que garantiza la victoria del amor. Él revela esa victoria en la Resurrección. Él nos da la presencia de una nueva realidad donde cada lágrima será enjugada. Esa realidad comienza ahora cuando amamos. Al final, ese amor compartirá la plenitud de la victoria que es Cristo resucitado. Somos mucho más ricos cuando lloramos porque amamos. Cuando somos indiferentes y no tenemos necesidad de llorar, operamos en un egoísmo que conduce a la muerte, no a la vida. De hecho, podemos decir en la plenitud de la verdad y la alegría: "Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados". (Mt 5:4)

De manera similar, todas las Bienaventuranzas son una invitación al mundo al revés del evangelio. Cada uno de ellos nos revela una verdad más profunda de la gran inversión que es la venida del reino de Dios, donde el amor tendrá la última palabra.
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