Sexto Domingo del Tiempo Ordinario

Lucas 6: 17, 20-26 


Estimados amigos,

El Evangelio de Lucas algunas declaraciones realmente llamativas cuando se refiere a los ricos y a los pobres. Ellos son parte de la gran revocación que está en el centro del mensaje del Evangelio de Lucas. Estas sensaciones de Jesús son como los destellos de un rayo que crecen al choque del trueno en sorpresa y maravilla. Empieza con el Magnificat de María, (Lucas 1: 46-55): “Él dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes, derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes, colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.” (Lucas 1: 51-53)

Esta gran revocación está descrita en una claridad aún más profunda en las Bienaventuranzas en la lectura del Evangelio de hoy. Jesús está diciendo que su proclamación del reino trae una nueva experiencia de la realidad. Esta es la gran revocación donde los pobres son bendecidos y los ricos son ahora los nuevos perdedores. Toma algo de fe profunda y compromiso poder entender esta destrucción de la percepción del sentido común de la realidad. Los valores del mundo son puestos en total desorden. El comienzo del reino presenta una forma absolutamente nueva, valores completamente nuevos.

El uso que se da en la Biblia al término bendecida usualmente no define la calidad del estado moral de las personas. Se refiere a los beneficios que vienen de una acción de Dios. Es como ganar la lotería de Dios. Las bendiciones de las Bienaventuranzas expresan los valores que son revelados en el mundo arrevesado de la venida de salvación de Jesús. Ser pobre, hambriento, llorar y ser injuriado en lugar de ser rico, satisfecho, reír y estar en alta estima, esas son las nuevas normas. Jesús está explicando la nueva realidad que es la gran revocación. Para estar seguros, Jesús no está negando el dolor y la pérdida de la pobreza, el hambre, la devastación personal y el rechazo. Él está declarando un giro completo de lo que la mayoría de gente toma como recompensa y desventaja. Habrá una gran convulsión fluyendo de la venida de acción de Dios en el Reino.

Jesús no está bendiciendo la pobreza y las privaciones, la angustia y la miseria. Él está señalando dos verdades: la primera es que la venida del reino dirige la condición de sufrimiento y la privación; la segunda, la experiencia de la nueva bendición tiende a ayudar a las personas a ser más receptivas a la venida del Señor. La nueva realidad significará la pérdida de estos elementos dolorosos. La acción de Dios en Jesús devela una nueva realidad y libertad. Abundancia, prosperidad y los otros problemas que son obstáculos para las nuevas normas del Reino de Dios.

Ya que el significado de la dimensión social y económica de “pobres” no puede ser trivializado por algunas interpretaciones espirituales, la tradición bíblica incluye a todos los afligidos no importa la causa de su condición. Los pobres son todos aquellos cuya desolación y empobrecimiento los beneficia de la acción salvadora de Dios.

En todo su Evangelio, Lucas nos da historias, milagros y enseñanzas y experiencias que descarnan este significado de “pobres” en la proclamación de Jesús de la Buena Nueva de la gran revocación. El papel de las mujeres es un aspecto interesante en todo el texto. Las parábolas del Buen Samaritano, el Hijo Pródigo y la Viuda desafiando un juez injusto junto con la historia de Zaqueo son ejemplos concretos de la doble bendición del Reino: primero la bendición sencilla de la gran revocación y segundo la integridad personal de aquel que abraza la gran revocación.

El Papa Francisco tiene una gran visión de lo que sucede cuando no respondemos a la invitación de Jesús como hizo Zaqueo. En La Alegría del Evangelio (# 54), el Pontífice dice, “Casi sin ser conscientes de ello, terminamos siendo incapaces de sentir compasión del llanto de los pobres, llorar por el dolor de otras personas y sentir una necesidad de ayudarles como si todo esto fuese responsabilidad de otros y no nuestra.”

El poder de la visión de Jesús en la gran revocación de las bendiciones y los problemas fue puesto en movimiento por sus enseñanzas y sus acciones. Jesús develó la presencia del reino de Dios penetrando en la condición humana de cada persona. En las Bienaventuranzas, encontramos un retrato de Jesús. Un verdadero encuentro con Jesús invita al discípulo a volverse como él que es la expresión más auténtica de las Bienaventuranzas. El mensaje de Jesús penetra en nosotros y nos renueva. Ahora somos verdaderamente bendecidos con un corazón puesto en el Reino. Abrazar la gran revocación lleva a ver y escuchar con nuevos ojos y nuevos oídos. Empezamos a ver la injusticia que lo impregna todo y la pobreza de nuestro mundo. Empezamos a oír el llanto de los pobres. La integridad de nuestra respuesta es nuestro camino hacia el Reino.
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