Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario


Marcos 13: 24-32


Estimados amigos,

Llegamos a la conclusión que cada año litúrgico tenemos un mensaje sobre el fin del mundo. Siempre es dramáticamente diferente a los mensajes sensacionalistas que escuchamos cada tantos meses por parte de algún loco o algún grupo. El mensaje del Evangelio es muy claro. Nosotros no sabemos y no vamos a saber el momento, de manera que necesitamos estar vigilantes. Todo las demás especulaciones son inútiles. La narrativa de hoy es la mejor entendida como una invitación a estar en vigilia y preparados en cuanto a cómo vivimos y esperamos la venida del Hijo del Hombre.

Sin embargo, hay otra dimensión en el mensaje del Evangelio de hoy que se ajusta muy bien a la experiencia humana. Se refiere a la ocurrencia común que todos tenemos. Hay cambios repentinos y dramáticos en nuestra vida que vienen con las enfermedades, la muerte, fallas en las relaciones personales, desastres económicos o cosas por el estilo. Cuando suceden estas cosas, parece como si nuestro mundo llega a su final. Tenemos que enfrentarnos a una nueva realidad que es atemorizante y extraña.

Uno de los eventos más poderosos de este tipo para mí fue una experiencia profundamente traumática de mi hermana Mary. Ella se encontró como madre de seis hijos en un lapso menor a ocho años. Una mañana su esposo despertó con severo dolor en su estómago. Varias semanas más tarde ella era una joven viuda cuando el cáncer le ganó la batalla a su esposo. Con su muerte también se fue su mundo que estaba centrado en su amor y soporte.

Mary estaba totalmente devastada. Por seis semanas ella difícilmente podía salir de la cama. Finalmente, un día ella se enfrentó a un nuevo mundo. Como mujer de una fe muy profunda, se dio a la tarea de criar a los seis niños. Ella hizo un trabajo totalmente fantástico al pasar tantos obstáculos cuando los seis eran adolescentes. Cualquier madre se habría regocijado de tener a esos adultos jóvenes que venían de esa familia.

Este es un ejemplo claro de lo que el Evangelio, lo que necesitamos hacer cuando nuestro mundo parece estar devastado. Esto es algo que va a sucedernos un par de veces en nuestra vida.

El Evangelio de hoy dice que cuando veas que todas estas cosas sucedan “Entonces verán al Hijo del Hombre venir entre las nubes.” (Marcos 13: 26) eso significa que cuando nuestro mundo personal cae en pedazos, y tocamos fondo en nuestras vidas, estaremos listos para ver pasar todo lo feo a través del dolor a la última realidad de las cosas. A pesar de las apariencias, Dios aún está a cargo, todavía cuida de nosotros, todavía tiene el poder para hacer las cosas correctas y todavía intenta hacer simplemente un buen momento en Dios.
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