Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según San Lucas 18, 9-14


Estimados feligreses,

Yo crecí en la Parroquia San Lorenzo en el lado sur de Chicago. Fue una experiencia linda y enriquecedora en muchos sentidos. Pero como pasa con todo humano, sufría la ceguera revelada en el Evangelio de hoy. Con el paso de los años, me encontré creciendo en la conciencia de muchos prejuicios e ignorancia que fueron implantados en mí por mi primera formación católica irlandesa.

Primero que todo, nosotros abrimos una gran autopista hacia el infierno para los demás. Protestantes y católicos caídos, especialmente los divorciados, iban adelante en el desfile. El papel de las mujeres era muy claro: en la cocina y preferiblemente embarazada. La “gente de color”, el término operativo de respeto para los Afroamericanos en mi juventud, eran inferiores y felices de permanecer en el otro lado de la 47ª calle, donde Dios los había puesto. Como católicos éramos muy patrióticos y en apoyo completo de la insana escalada nuclear.

Estábamos orgullosos de ser católicos guiando el camino en la censura de las películas para mantener la ortodoxia pélvica. Creo que mi línea de comunión no habría pasado las censuras. Nunca dimos un solo pensamiento a la glorificación de las bebidas alcohólicas, la fumada y la violencia de Hollywood. Los mexicanos eran los únicos hispanos que conocí y sólo por medio de las películas. Ellos eran siempre unos completos perdedores solamente encabezados por los nativos americanos que atacaban a los pobladores blancos.

Podría seguir una larga lista sobre el dominio clerical pero el punto es muy claro. La religión organizada, no importa que tan bella y profunda, nunca está muy lejos de los fariseos en el Evangelio de hoy.

No pienso con suficiente frecuencia lo que verá la próxima generación en nuestra parroquia y la iglesia de hoy que está completamente fuera del radar de los valores del Evangelio. Estoy seguro que hay todavía mucho por considerar aun si está escondido de nuestra conciencia en este momento.

Hay dos puntos muy poderosos en la parábola de hoy. Sigue Lucas con el cosechado tema de la reversa. En la venida de Dios revelada en Jesús, las cosas se pondrán en el orden de lo que Dios es realmente, no como esa parte de nosotros similar a lo que le gusta ver al fariseo que es un mundo con nosotros en el centro de la realidad.

El segundo, el fariseo expone la tendencia del corazón humano que todos compartimos de ser una máquina hacedora de ídolos. El publicano expone la verdadera realidad de la bondad y la misericordia de Dios y nuestro papel como pecadores quebrantados pero amados y perdonados.

Para tener la franqueza y la integridad del cobrador de impuestos es más bien una cuestión espiritual. Santa Teresa de Ávila nos enseña la importancia expresada de este autoconocimiento. Ella lo practicó tan bien que pudo decir al final, que la historia de su vida es la historia de la misericordia de Dios.

La verdad más fundamental de la parábola de hoy es que cada corazón humano está repartido entre la arrogancia del fariseo y la humildad del cobrador de impuestos y el autoconocimiento. El poder del mensaje es que el Dios de misericordia revelado por Jesús perdona a los pecadores. Todo lo que necesitamos hacer es reconocer que necesitamos estar en línea para este regalo liberador.


En Cristo,

Padre Tracy

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